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Paranoid London | Los científicos del Acid House con 100% de pureza y sin cortar

Paranoia: toda gran ciudad puede llegar a serlo. Sí, la ciudad entera, personificada. Londres tiene méritos históricos para serlo y a día de hoy lo afirmamos: Londres es paranoia. Calentemos con algunos ejemplos de demencia o sucedáneos que os sonarán seguro; en Londres hemos visto un cambio de régimen mundial (V de Vendetta), un asesino en serie muy pasado de vueltas (Jack The Ripper) y hasta al Primer Ministro del país follándose un cerdo en antena (Black Mirror: The National Anthem). Y eso, claro está, con el permiso de detectives indie fumadores de pipa como Sherlock Holmes o de los casi 19 millones de turistas que pisaron la ciudad en 2015. Muy loco, vaya. En cuanto a música, mejor ni entremos en detalles ni demencias, porque solo viendo algunos de los grupos que nacieron en la ciudad o recordando figuras como la de Amy, el tema se nos va de las manos. Si enfocamos el oído hacia la electrónica, algunos en la misma City todavía se preguntan qué fue de aquellos míticos clubes de los noventa en los que la paranoia corría igual de raver que en la campiña inglesa y en los que el acid house era el himno truncado de la revolución de la música hecha por máquinas. ¿Qué hay ahora de todo ello? ¿Algún sonido maníaco al que aferrarnos? No somos pocos los que, al escuchar por vez primera algo de Paranoid London, tuvimos que esperar varias horas para poder resituar nuestro ritmo cardíaco y hasta un par de días para poder quitarnos el sudor de la frente. Su efecto es tan persistente que la órbita de mis ojos, aunque en su momento pude corregirla, todavía vuelve a su delirante y anárquico loop cada vez que escucho uno de los tracks que componen el álbum –que finalmente el dúo ha decidido publicar en formato digital este diciembre 2015). Gerardo Delgado y Quinn Whalley son los dos virtuosos del acid que están detrás de esta enorme locura darky que brota de Londres, rebota en Berghain/Panorama Bar y explota en nuestros sesos y en los mismísimos early nineties.

 

Rastreando la paranoia

El primer track que escuché de Paranoid London es, posiblemente, el más habitual y recomendable para adentrarse en su delirio oldschool, Paris Dub 1 (feat. Paris Brightledge), y la primera vez que pude verles en directo fue en #Lode2manydjs en Razzmatazz en 2014. Recuerdo aquella contundente actuación, creo que bien entrada la noche pero sin estar cerca del cierre, en la sala The Loft (Razzmatazz) y ante muy poco público, la mayoría languideciendo ante el espasmódico grave que Paranoid London habían sido llamados a revivir. Quiero pensar que entre la atónita audiencia había alguien del Sónar (o, en su defecto, uno de sus ojeadores) alucinando y con muchas ganas de forzar su booking para la edición que estaba por llegar. El primer lanzamiento del dúo como tal está fechado en 2012, así que cuatro van a ser ya los años en los que el acid volvió en serio: sin medias tintas juguetonas ni revivals llenos de guiños evidentes, cachondeos frívolos ni frasecitas autoparódicas que claman acid! (salvamos a Mixhell, que escuché for the very first time también aquella noche gracias a mis redescubiertos ídolos de adolescencia 2manydjs, que lo organizaron todo). Mentira, no empezaron en 2012, porque en 2007, antes de Paranoid London como dúo, aparecía el sello Paranoid London Records. En los siguientes dos años PLR sacarían un par de EPs de otra formación llamada One Last Riot (compuesta por Quinn Whalley y un tal Brian Damage que es un alias del propio Whalley). Los lanzamientos ya apuntan (obviamente) a lo que sería el Paranoid London de 2012. De hecho, considerar que Paranoid London empiezan en 2007 sería lo correcto. Más allá de eso, lo que queda claro es que fue en 2007 cuando algunos entes de Londres (¿O de Sheffield como indica el lugar de creación del sello? No sé, es un poco loco todo) que dijeron ya basta de tanto cachondeo con lo digital, tanto Mac y tanto Traktor...

• Las máquinas elegidas serían, entre impensables inventos propios y modificaciones varias que irían llegando, la Roland 808, 303, 202... nice & simple (Paranoid London dixit). A partir de aquí, todo fiestón es poco.

Paranoid London was born out of a desire to do things differently, Bored of how house music has developed, with vinyl hit so hard recently and labels desperate to do anything in order to sell a few records; we decided back in 2007 that the time was right for a brand new, old school acid label. We press on 180g vinyl, no downloads, no CDs and no promotion.

 

Paranoid London | Review Vanity Dust

Cómo suena Paranoid London: Esto sí  es ACID

El crítico de Pitchfork Andy Beta cerraba su review apuntando un detalle interesante de la impresión que tuvo cuando les vio en directo. Concretamente, dice que había algo de visceral en su live. Si bien es cierto, no debemos olvidar que una cosa es el show y la otra es la música, y de si algo podemos estar seguros es de que no hace falta verles en directo para captar de pleno esa visceralidad, la mala leche y su actitud frontal e inclemente ante los sonidos incómodos y distorsionados con graves que joden hasta unos Funktion 1 y aliñado con unas vocales que se te clavan en la médula espinal hasta llevarte a un orgasmo infernal y complicarte el volver a ponerte de pie. En directo, la cosa se exponencia, sí,  aunque para eso mejor será estar con el público adecuado en el lugar adecuado. Sigamos, ¿cómo podemos aprehender la esencia del sarao que han montado estos chicos campeones del regreso al pasado?

Por ejemplo, lo entendemos sin ambages al darle a un track como Paris Dub 3, cuya batería totalmente en loop (parece una máquina realizando una tarea fabril ad infinitum) se solapa con un fondo ambient ennegrecido que queda entrecortado a machete por unas ráfagas de graves al límite y una voz mortecina que, si lo escuchamos en un club, casi dudaremos de que existen fuera de nuestra cabeza. Aquí podremos, como decía, detectar la sapiencia máxima de Paranoid London en la elaboración de una estructura de un tema muy burdo y que, a pesar de tener escasos recursos, logra intercalar cada una de sus partes de manera que el track no llegue a agotarse del todo hasta que ellos decidan hacerlo. Saben tanto acerca del funcionamiento y el potencial de sus cacharros que pueden hacer magia, y para ello usan trucos de composiciones y estructuras que van mucho más allá del acid pero evitan, al mismo tiempo, salir de sus cánones iniciáticos ni, faltaría más, de las máquinas que producen originariamente ese sonido.

Más detalles: el arranque de Machines Our Coming podría ser el estribillo de cualquier tema contemporáneo con aspiraciones acid, pero Paranoid London deciden lanzarlo como melodía desde el minuto 0. Eating Glue, como también Transmission 5, van directos a la yugular. No hace falta más; entre el ruido blanco, las baterías minúsculas que nos pellizcan por todas partes y el sintetizador alocado con los graves out of control nos encontramos de bruces con una truly acid experience (y con pistas que, cuando parecen agotadas, dan otro giro de intensidad mindblowing). El repertorio de tracks del álbum te deja K.O. por muy purista que intentes ser: aunque muchos pensásemos que los manierismos atribuibles al uso de la tecnología y los conocimientos actuales siempre nos dejarían entrever la trampa de que y de que son una imitación o un simulacro de los sonidos (y no en esos lejanos late 80s). Pero este álbum te deja sin argumentos ni críticas al respecto. Imposible reconocer el año, salvo por esta complejidad y conocimiento del género que sllo 30 años de perspectiva te podían dar. El track de Paris Dub 1 es de otro universo, capaz de hacer olvidar a muchos que sí, que con 3 máquinas y una voz legendaria uno puede arrastrar la falsa creatividad que tantos productores intentan encontrar manoseando un Mac con ilimitadas posibilidades.

Consejo electrónico, a mí me sirvió a fondo: para meteros en el álbum y en el sonido coherente que Paranoid London han logrado desarrollar, dadle a cada canción su tiempo, escuchadla en repetidas ocasiones, dejadla unas semanas, volvedla a escuchar... Y habrá algo ahí que seguirá apelando tanto al primitivismo humano 4/4 como la atracción inevitablemente humana por entender y seguir con mente y cuerpo aquellos discursos que nos sobrepasan o trastocan emocionalmente sin llegar a dilucidar el por qué.

'Limitarse' tecnológicamente es, en el caso de Paranoid London, una forma de reivindicar la creatividad más enfurecida sin dejarse llevar por las somníferas comodidades de lo digital

 

El acid appeal de Paranoid London: que le den a este circo mediático

Gerardo Delgado y Quinn Whalley, además de marcar una verdadera lección musical en nuestros paradójicos tiempos de ultratecnología y falsos remembers, han logrado con su declaración de principios otro hito: fuck off al marketing digital y a todos sus consejos y listas de tareas que no para de recomendarnos compulsivamente si queremos tener éxito.

Con discreción pero sin ocultarse de nada, escurridizos pero no invisibles, Paranoid London han logrado joder al fundamentalismo del marketing digital que conquista la industria de la música (y todas): sin apenas tener redes sociales (y ahora que tienen, parece que las maltratan más que otra cosa), sin apenas haber subido una sola sesión completa en directo en su Soundcloud, con un logo creepy y antiguo, sin press photos y con sus temas oficialmente solo en vinilo durante años (hasta hace apenas tres meses), el dúo es reclamado everywhere, en clubes, festivales y demás eventos tanto o más que muchos de los grandes nombres que no pueden parar de contarnos sus movidas y las de sus animales domésticos en Instagram. A pesar de este trollismo rollo nos la suda todo salvo nuestro ruido de mierda, Las simpatías que estos pintorescos y ruidosos ingleses han despertado son múltiples y transversales. Sin excepción, desde los mencionados 2manydjs a Tiga o Todd Terje, no hay nadie que no quiera tener a Paranoid London en su fiesta. Pero, claro, cuando vienes de prescindir de tantas cosas (tecnología, marketing, canales de venta) y, por lo tanto, llegas con muy poco que perder, eres tú el que decide a qué fiesta vas a traer tus acid smileys para que campen a sus anchas y no los otros los que te machacan con lo que tienes o debes hacer. 

Y este es, sin duda, uno de sus atractivos y algo que todas las reseñas y comentaristas mencionan: no hacen promo, no tienen free downloads ni fotos suyas, y etcétera. Y es lógico que esto resulte llamativo, es como si alguien te dice que no necesita gafas para conducir y no le crees y le sueltas ¡estás loco!, pero el tipo pilla el volante y conduce como un sensei del París-Dakar. El que se queda loco ahí eres tú. Pero hay otra cosa que no debemos olvidar de Paranoid London, y son sus lyrics, los títulos de las canciones y el lenguaje (tanto escrito como audiovisual) de sus comunicados. Con ello, además de pasárselo cojonudamente, nos recuerdan que el acid es (a)político, tiene sus reivindicaciones y puede ser muy impertinente y vacilón. Va bien viajar también en esto al pasado: sus cambios de alias (recordamos lo de One Last Riot o el fake name de Brian Damage), la poca atención que prestan a la imagen en un sentido de belleza cool y minimal design y todos estos tricks eran conductas habituales en la época y que ellos sencillamente mantienen vivas con naturalidad.

En efecto, el acid mola. El acid tiene mucho appeal. Qué putada que su verdadera receta solo esté en manos de paranoicos londinenses que tanto nos hacen bailar como nos toman el pelo y nos levantan del suelo con un beat inmortal. Quizás mejor así, que la receta original y sus ingredientes alucinantes sigan estando en manos de aquellos que saben realmente cómo cocinarla, aquellos que nunca se han salido de la tradición.

no bull shit… just some proper acid tracks done the right way! (Paranoid London dixit)

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El viernes 29 de enero de 2016 Paranoid London actúan en la sala The Loft (Razmatazz) en un Versus con el sello Polybius Trax de Barcelona. Hay ganas de duelo cuando sabes de antemano que el campeón será el acid.