Valencia, tierra del epicwin electrónico | WDUD Party
Impresiones, notas, agradecimientos y ojeras tras la primera WDUD Party. A saber: Winners Don't Use Drugs. No comparto ninguna foto del evento ni tampoco vídeo: a ver si entre una cosa y otra me voy a quedar sin pinchar y sin escribir, y entonces lo de Winners ya no lo somos ni en plan coña.
WINNERS DON'T USE DRUGS: CHROMATIC — VALENCIA (NYLON CLUB)
El pasado fin de semana tuve el honor de pinchar en Valencia, incluso subiendo ostensiblemente de nivel tras mi debut el año pasado en un after de los que se imaginan tus padres (eso no quita que pinchar en un after en de Valencia fuese un true sueño-fantasía wet mía, ahora ya solo queda lo de plantar un árbol y montar un tienda de discos, ¿no?).
Actualización WDUD: ya puedes darle al play Y DARLE A la sesión que se marcó
Josep Llop abriendo WDUD en Chromatic. ¡Go!
Centrándonos en mi cometido, el proyecto Chromatic se vistió de Winner por primera vez y un séquito clubber entregado a la causa estuvo dándolo todo hasta que abrieron las luces a lo white flash en la sala del subsuelo de la sala Nylon Club. El público (de ahora en adelante, los Winners), entregado al slogan y digno merecedor de recibirlo: Winners Don't Use Drugs (sí, originariamente ideado por el FBI, aunque sea difícil creer que un jefe de policía idease un copy tan brutal hace apenas 30 años). Uno a uno, Winner a Winner, se dejaban llevar por lo que sonaba, por los colegas que apuntaban a la cabina. Era la idea, que todo y toda Winner pudiese meterse en la despensa de nuestras recetas electrónicas —con importantes efectos secundarios— que servimos Josep Llop, 1FatDJ (Jorge Depanachi) y vuestro dealer electrónico habitual, aquí presente.
Puedo decir, ya recuperado unos días después, que la primera WDUD Party fue una experiencia de club de esas que molan y que, si salió bien, fue solo posible gracias a los senseis que estaban detrás del asunto: Chromatic (Alejandro y Josep Llop). Y al público, como Javi and peña del flow, a los incondicionales del beat que estuvieron ahí dándolo todo sin preocuparse en salir a fumar (cosa que yo no pude evitar tanto, malditos WDUD) y atrayendo a otros clubbers más ocasionales que se dejaron llevar por el flow viendo la energía que soltaba el subsuelo y los que habían ido a ganarse la pista a base de risas, bailoteos y liarla un poco. Gracias, pues, a todos ellos, por dejarme tomar el recetario WDUD y poder compartir noche y temazos.
Y, al salir de ahí, la noche pasó a día (sábado), noche, quién sabe: la victoria no conoce horarios.
En este breve y confuso texto que sigue, escrito ese mismo fin de semana y de vuelta con el tren, apunté algunas movidas de un buen weekend en la Valencia Winner: empiezas viernes y terminas cuando cierran las farmacias (y tienes que moverte si no quieres perder el tren de vuelta el domingo morning).
WDUD Party Chronicles (apuntes en bruto, live)
✎ 10:52. Domingo. Valencia City. Sol. En camiseta y de frente. Ya ha pasado Halloween. Los zombies de Halloween, las brujas chillonas, las momias con papel de W.C. enrollado por la cabeza y el cuello y la demás fauna halloween-salimos-bailoteo-blabla-selfie-hihi-¡das miedo eh! NO HA SOBREVIVIDO AL AMANECER. Ni rastro de todos ellos, y apenas llevamos 4 horas de sol. Poco winner, vamos. Pero tenían que intentarlo. Total, si vas de muerto, ¿qué pierdes por salir a hacer el cabra un rato con una botella de calimocho que rula de mano en mano y te gotea los zapatos que usaste ya en la confirmación de tu comunión hace algunos años? Para qué quieres disfraces chungos si puedes conseguir unas ojeras de pro malrolleras creepy deep con apenas un par de días sin dormir, ¿y sin maquillaje?
🚂 Domingo. Casi las 11. Me acomodo en mi asiento de tren que me llevará a BCN de vuelta y recapitulo a modo de FLASHBACK LOOPEADO 👾 Recuerdo haber salido del hotel el VIERNES A LAS 20h y creo NO HABER PASADO POR AHÍ HASTA HACE 2 HORAS (09:00h. Domingo). Sí, casi con total certeza. Bueno, nunca se sabe, y menos en una noche como la del viernes en Chromatic y un sábado hablando de todo y más con dos nuevos colegas from beyond el Antártico que saben hablar, saben de música y saben de Winners. Visto que, tras terminar WDUD y con el cierre del club, no hemos cuajado en grupo masivo en un after ni había casa disponible, el petit comité es un regalo valenciano hand crafted. La única pega: la música suena del televisor. Qué le vamos a hacer. Con lo que he sudado pinchando, toloco en busca de los tracks que dijesen lo que realmente quería contar, un poco de música de fondo y de tranquis no va nada mal. Eso ha sido el quiz de la noche: ¿sabes cuando buscas un ejemplo para explicar algo de puta madre pero a veces no estás seguro si se entiende lo que realmente querías decir con ello? Esa es la sensación que he tenido a veces pinchando en el club. Y ahora tengo esa necesidad de seguir mejorando, curtiéndome, de pensar qué hacer con los intruders más pro que he tenido nunca:
✎ Apenas había puesto el segundo tema y un grupo de teens se acerca iluminadísimo. Uno de ellos se lanza con naturalidad y casi dándolo por sentado me pregunta: ¿puedes poner Flying Free? Me he reído a carcajadas, qué cabrones, estos niños. Pero su cara era inequívoca: PEDÍAN FLYING FREE EN SERIO. Les he dicho que claro, que ellos vayan pidiendo que Winners Don't Use Spotify iría poniendo toda la mierda que se les pasase por la cabeza. Luego tocaba, supongo, La Flaca de Jarabe de Palote, algo de Chimo Bayo (dj de joven, escritor de mayor, qué tío) y King Kink Africa a lo neurona destroyer 100%. Tras este percance, yo diría exotismo nocturno (que te pidan Flying Free, chúpaos esa djs que lo más raro-fail que os han pedido es solo una copa), toca la oleada de peticiones de Europa del Este: cada 5 segundos, un tipo de aspecto báltico saca un móvil rollo Nokia 3210 con un nombre raro apuntado. Supong que serán djs locales o fantasías electrónicas que alguien les ha inculcado en las redes. No es que no sean buenos artistas, es que ni son comerciales. Ni nada. Nombres raros, pero quizás estoy pasándome de listo y me estaban pidiendo la nueva estirpe de technócratas de pro de su región fría, blanca y llena de... ¿pantallas, como en todas partes?
A parte de estas dos suculentas, anécdotas, el público me estaba dando más incluso de lo que quería asumir dentro de mis quiebros y mis inestabilidades musicales. Saltaba de track en track, y cuando veía la euforia en la pista me apresuraba a capturarla. Malditos reflejos occidentales: poseer lo que te gusta, mantenerlo, intentar hacerlo todo para que siga. Y eso es precisamente lo que te empuja a perderlo, a alejarte de ello, a enfirarte. Ese estaba siendo mi espiral, aferrado a los temazos y con la sensación de quedarme a medio gas en el algún momento, pero rastreando todo lo posible para darle a ese tema que, si estuviese al otro lado, agradecería como un buen Winner su liberación por los altavoces.
Dos horas petándolo y sudándolo, feliz y abrumado al mismo tiempo. Lo sé, estoy haciendo una montaña de ello, bueno, en realidad una montañita. Para hacer deporte hay que espolear las montañitas: Winners Don't Use Drugs. Todo abrazos, todo amor, todo copitas. Y luego, la ruta: de sábado por la mañana a domingo por la mañana, deliciosa ruta por dos casas (una nueva y la otra es ya el clásico, la amigo techno-trancer-raver que me acogió sabiamente el año pasado).
LHs es un tipo de bien repleto de ideas, experiencia y batallas de las que mola escuchar, me decía que vuelva a pinchar por Valencia, a poner discos en su estudio. Me tomo estas cosas al pie de la letra, en el punto más afilado de la aguja.
Este es un resto del texto escrito en la estación de tren, escuchando dios sabe qué el domingo por la mañana y listo para pasarme tres horas dando tumbos en la silla del trenecito repleto de gente tan WDUD como el gerente de un club de bolos (por decir algo así que no tiene nada de animado, a priori).
y con una cadencia casi de misal dominguero, hubiese aceptado ir a Ibiza y abrazar a ingleses por la calle con tal de poder alargar un finde como este durante un par de años —del tirón, en plan que en el Hostel han decidido conservar la habitación tal cual, cerrarla con mis cosas dentro por supersticiones rocambolescas, poner un ramo de flores y un par de velas torcidas y bastante gastadas junto a (retirando previamente un confuso mural de Nueva York entregado al cosmopolitanismo medievalista , estilo “New York Yellow Taxi Wallpaper” en Google) un cuadro mal recortado y calidad media con la foto de mi sudadera de Winners Don’t Use Drugs, mi cota de felicidad electrónico-friendship-chapeo ‘sublime’-veníos a BCN y seguimos, EN SERIO— hubiese sido algo parecido a lo que podría sentir la madre del prota de Stranger Things acordándose en el segundo capítulo de que, tan simple como eso, su hijo no ha desaparecido ni está perdido en otra dimensión creepy con el poder de por medio sino que estaba dormido en la bañera porque la temperatura del agua era la ideal y las burbujas del jabón le habían hipnotizado hasta dejarlo sobando con las pupilas en blanco.
Y esta disposición al jolgorio cómplice ha lucido en Valencia como el blanco del Yate de Camps por culpa (ya me entendéis, ‘gracias muy fuerte a’) el rollo, el humor, el carisma, el tacto, el afecto, el criterio, el flow desinteresado y la complicidad postmaterialista-nivel “profisency” de la inteligencia emocional del siglo XXII”.
Lo sé, no se entiende este último fragmento. Y es que la victoria de los que no duermen se celebra en la pista y luego sigue su propio curso silencioso, levantándote un poco del suelo para que la caída sea todo un shock in the ass. Emociones fuertes, amor valenciano, la gente que a veces imagino que existe en nuestras tierras y que gusta de salir cosa mala, a los que apodé secretamente "Los Winners Don't Use Drugs", existen. Por lo menos en Valencia tenemos un escuadrón que está abriendo camino, como si algo en sus génes ya supiese la filosofía WDUD y hacia donde va.
Gracias por petarlo. Winners Flying Free (argh!).