Steve Bug: «Los clubes son uno de los pocos lugares que quedan para liberarte de todo»

Tres o cuatro años antes de comenzar a pinchar en clubes, Steve Bug ya compraba discos, en mi casa o en las fiestas de mis amigos. Solía grabarles cintas. No quería ser dj, me lo pasaba genial como clubber y no quería imaginarme cómo sería convertirlo en un trabajo. Prefería tener un trabajo con horario regular y más simple.  

Steve Bug, quién si no. © Marta Vilardell.

Steve Bug, quién si no. © Marta Vilardell.

¿Cuál era tu trabajo antes de dedicarte a la música electrónica?

Trabajaba de peluquero. En mis inicios destacaba la escena trance, y realmente me gustaba. Los primeros tracks del trance en los noventa fueron brutales. Antes del trance predominaban el techno de Detroit y el house de Chicago, y por supuesto el acid house.

Pero todavía no te habías mudado a Berlín, ¿dónde vivías cuando entraste en la electrónica?

En aquellos años vivía en Bremen. El club al que solía ir estaba en Hamburgo. Había una escena house muy grande en la ciudad y luego apareció un club de techno potente. Después se convirtió en algo más trancero-progresivo. En los inicios, quiero decir, iban surgiendo los nuevos sonidos uno detrás de otro y había tantas cosas ocurriendo que la opción posible era apuntarte al viaje e ir cogiendo algo de aquí y de allí. Pasé un tiempo pinchando bastante duro, con los sonidos de Jeff Mills y su sello Axis, Robert Hood o Dave Clarke.

Imagino que pinchabas la música que te gustaba y que todavía no te habías planteado buscar un sonido propio ni nada parecido.

Todo lo que pinchaba, del techno al breakbeat inglés o al trance iniciático, lo estaba descubriendo al mismo tiempo. No pensaba en ninguna tendencia sino en aquello nuevo que iba encontrando. Antes de crear Poker Flat montamos otro sello, Raw Elements. Íbamos buscando nuestra dirección y nuestro sonido. En Hamburgo pinchábamos deep house, para espacios lounge. Era la estética que tenían los clubes en la ciudad y estaban hechos para eso, en ese momento concreto. Y esto lo he ido viendo y aprendiendo con los años y tras pinchar en diversos espacios: cada lugar desprende su propio estado de ánimo y al pinchar te impregnarás de él. Aunque tengas una selección previa de temas amplia, según en qué lugar pinches tenderás a elegir unos u otros dentro de los que tenías a mano. De hecho, eso es lo que deberías hacer. Para mí, se ha convertido en algo que hago de manera automática. Las buenas sesiones son las que fluyen sin necesidad de pensar.

«Las buenas sesiones son las que fluyen sin necesidad de pensar demasiado» STEVE BUG

Como dj, olvidarte de tus pensamientos y dejarte llevar es lo mejor que te puede ocurrir en el escenario. Yo suelo rumiar bastante, como persona tiendo a ser pensativo, y eso dificulta la naturalidad cuando pinchas. Si siempre estás pensando en el tema que pincharás no lograrás conectar con el público y hacer que la noche sea fácil. Cuando todo el mundo está contigo y en el momento presente es cuando tienes las mejores fiestas.

¿Qué artistas escuchas o escuchabas en ese momento?

Ahora mismo, tengo tanta música mezclada que apenas puedo recordar los nombres. En cambio, tengo buena memoria fotográfica y para recordar la fisonomía de la gente. Si hago un zapping en la tele, por ejemplo, y veo un fragmento de una ciudad en una película, ¡directamente sé de qué ciudad se trata! Casi siempre acierto en estas cosas, pero en cuanto a recordar nombres soy mucho peor. Uno de mis álbumes favoritos, por ejemplo, es Rhythm and Sound. Todavía sigo comprando techno, y a veces es difícil combinar todos estos géneros en un set.

Steve Bug (oh, yes!) © Marta Vilardell.

Steve Bug (oh, yes!) © Marta Vilardell.

Al pinchar, especialmente en un club, te encuentras delante de un público que ha estado escuchando al residente abrir. Además, es posible que después de ti haya otro dj que cierre. Como decías, tienes una gran cantidad de registros en tu maleta, ¿sueles prestar atención a qué elegir en función del sonido que se ha pinchado antes de ti? Eso puede significar que quizás no es lo que realmente querías pinchar de antemano...

Intento no ser una persona egoísta o centrada solo en sonido. Si conozco el dj que hay antes de mí o el que pincha después, prefiero hacer de puente y hacer una buena transición hacia el siguiente artista en vez de intentar acaparar toda la atención haciendo un set con grandes tracks y muy arriba.

En cuanto a los residentes, es frecuente encontrarte con djs que nunca han aprendido cómo abrir una noche. Están acostumbrados a ver cómo se va llenando el club pero no saben la importancia que tiene hacer un warm up. Por eso, si la sesión se viene muy arriba antes de tiempo, luego el sonido suena bastante plano y lineal. En un club, tienes que ser capaz de bajar la intensidad pasados veinte o treinta minutos para que el público pueda respirar. De este modo, puedes mantener su atención. Es como cuando te golpean: si te están pegando durante cuatro horas, al principio te duele pero luego te da igual. En cambio, si detienen los golpes de vez en cuando y te vuelven a dar, dices: ¡esto sí que duele!

Hoy en día se valora más un set por la cantidad de brazos arriba que por el número de personas con los ojos cerrados sintiendo la música.

«Hoy en día se valora más un set por la cantidad de brazos arriba que por el número de personas con los ojos cerrados sintiendo la música» 
— Steve Bug

 

En un inicio, el club en el que hice de residente tenía la cabina rodeada de cristales y estaba situada en la parte trasera. De cara al público quizás era bueno, porque podía centrarse más en la música, pero de cara al dj era poco estimulante porque apenas podías establecer un contacto con el público. Aún así, tampoco creo que sea mejor situar al dj por encima del público, como si fuese alguien superior y por encima de los demás. De este modo, también pierdes la conexión. Todo el mundo en un club contribuye a crear una buena noche: del barman al portero y de los djs al público. Por eso, pienso que en los clubes deberían recibirte con una sonrisa y haciéndote sentir cómodo. Eso ya te predispone a entrar con buen rollo. Está bien no dejar entrar a cualquiera, es algo a lo que estoy acostumbrado desde los inicios y no puedes dejar a todo el mundo si quieres mantener un lugar con buen ambiente. Tienes que rechazar a cierta gente si tu aforo es limitado, pero puedes hacerlo de buenas maneras y siendo agradable.

Volviendo a la presencia del dj en un club, creo que, cuanto más arriba pongas su cabina, más difícil será que se establezca una conexión con el público. Si lo aislas de la gente, la música se convierte en un entretenimiento más de la sala. Como he mencionado en otras ocasiones, antes la gente iba a “escuchar” al dj y ahora va a “ver” al dj. La mayoría de gente ni siquiera sabe qué música pincha o qué temas suenan, pero van ahí para verle como si fuese un personaje público porque su nombre suena por todas partes. Es algo así como ser una Paris Hilton del underground. Más que ir a disfrutar de la música, van a curiosear, a ver qué hace el dj famoso.

Hace algunos años la gente que salía a escuchar música electrónica estaba más involucrada: conocían al artista y estaban receptivos a la hora de seguir el viaje que la música les sugería. Ya fuese a través de haber escuchado cintas del artista o porque un amigo se lo recomendaba, acudían al club mucho más conscientes y preparados que ahora.

Muchos clubbers no entienden que no les dejen entrar. Se lo toman como algo personal en vez de preguntarse el por qué. No es una cuestión de cómo vistes, sino de la actitud que tienes o de si los porteros saben qué vas a escuchar, por ejemplo. Eso no significa que los porteros siempre tengan la razón, pero en una ciudad como Barcelona todos los clubes han sido tan tolerantes con las admisiones que las salas se han ido llenando de gente de paso que viene a pasar el rato o a ligar sin importarle lo más mínimo la música que suena.

Creo que el problema es que la música no está hecha para que todo el mundo la entienda. La escena ha crecido muchísimo, tanto el número de clubes como de djs, pero sigo creyendo que esta música no es para todos. De hecho, han abierto clubes tan grandes que lo tienen muy difícil para mantenerse en forma durante más de cinco años. Pocos clubes de más de mil personas han sido capaces de lograrlo.

En un mundo en el que todo avanza rápido, la gente se aburre rápido de los clubes, quizás aguantan un par de años pero luego buscan otros lugares. Como propietario de un club, debes tomar una decisión: luchar por mantener un público que va a la baja o abrirte a nuevos públicos y a otros estilos de música. Otros clubes pasan por buenas y malas épocas. A veces, basta con un cambio de promotor: con renovar la persona que lleva esa noche el club vuelve a recuperar la energía de antes.

Si preguntas a tu alrededor, fácilmente encontrarás amigos y conocidos que te dirán que sí les gusta la música electrónica, pero lo que quieren decir es que pueden bailarla y pasarlo  bien. Sin embargo, si les preguntas por las diferencias entre géneros, habrá gente que no sabrá diferenciarlos, o qué se entiende por techno de Detroit o house de Chicago. No digo que eso sea malo per se, sino que quizás explique en parte la enorme variación de géneros, clubes o noches por aburrimiento o falta de fidelización del público.

Ello también tiene que ver con la expansión de los géneros musicales. Antes, si estabas metido en la electrónica controlabas fácilmente lo que sonaba porque no había tantos sonidos saliendo al mismo tiempo. Es muy difícil estar al día con todo, para cualquiera. Las tiendas de venta de música online han contribuído a esta expansión. Por ejemplo, puedes meter un tema en tech-house, pero también en la categoría de deep house o incluso en techno o house. ¿Cómo podrías definir el género tú mismo? Ahora se saca tanta música cada día que te preguntas, ¿cómo puedes estar al corriente de todo? Ya no solo te informas con las revistas, tienes que buscar la información en internet.

Diría que en Beatport se lanzan 15.000 temas cada semana.

Hay una cita conocida que decía algo como “antes internet era un lugar para que la gente buscase cosas interesantes y ahora es un plataforma llena de basura que tienes que apartar para encontrar algo”.

Posiblemente este cambio ha afectado a tu sello, Poker Flat. Con la expansión de las redes y lo fácil que es comunicarse habréis cambiado la forma de trabajar. Por ejemplo, estoy pensando en la recepción de demos.

Lo que hemos cambiado rotundamente en los tres sellos, tanto en Audiomatique como en Dessous y Poker Flat es la escucha de las demos. Antes solía dedicar un día a la semana a escuchar todas las demos que habíamos recibido. Normalmente, el miércoles, día que también aprovechaba para comprar discos. En aquel tiempo todavía eran CDs. A partir de ahí, comenzamos a recibir más y más demos y con una calidad cada vez más baja. Por eso, cambié mi forma de trabajar: ahora soy yo el que busca los artistas y conecto con la gente que descubro y que me parece interesante. Me pongo en contacto con ellos y les digo que si tienen alguna demo me la hagan llegar. De este modo les apoyaré, y si realmente me parece bueno algo, lo apoyaré, ya sea de nuestro sello o no. Esta es una de las razones por las que empecé el sello: Me gusta apoyar a los artistas que me remueven por dentro con sus tracks. Quiero darle un impulso a su música y destacarla lo mejor posible para acercarla a más gente.

En los inicios, cuando les pasaba casetes de house a mis amigos decían que no era música. Por eso, no quiero convencer a la gente sobre lo buena que es mi música, quiero que se demuestre por sí solo. Creo que esta forma de trabajar respecto a las demos es mucho mejor y más eficiente. Hemos podido sacar muy buenos EPs tanto en Dessous como en Poker Flat. Las demos que nos han mandado son muy buenas y los artistas son gente genial. Estamos pasando por un buen momento con nuestros sellos.

Respecto a Poker Flat, recientemente habéis planeado algunos eventos. Supongo que eso también ha sido un cambio respecto a cómo trabajabáis antes.

Cuando empezamos con los sellos, nos conocíamos entre todos. Casi todos los sellos empiezan de manera parecida, sacando la música de amigos o gente cercana. A día de hoy, muchos no se conocían, pero siempre está bien poder reunirlos a todos, y ver las diferentes personalidades. Al final, muchos somos bastante parecidos en nuestra forma de ser. En cuanto a mí, que viajo solo todo el tiempo, un evento del sello es como un encuentro familiar. Están ahí todos los amigos, ¡y al día siguiente tienes la gran resaca!. Es muy divertido y positivo para todos, gracias a estos encuentros algunos artistas también han empezado a colaborar juntos. Ojalá hagamos más eventos del sello, pero no es sencillo porque no queríamos tener una agencia de booking. A veces, tratar con el carácter de los artistas puede ser complicado, especialmente si hablamos de bookings. Hay djs que tienen grandes expectativas con las agencias de booking, y creen que pueden pinchar en todas partes. Pero, a veces, no son lo suficientemente grandes y como agencia de booking te toca ser responsable. Como también tienes el sello, si dejan la agencia puede que dejen también el sello y todo se complica aunque lo hayas intentado todo.

Solía hacer los bookings para Superstition Recordings cuando el sello funcionaba y yo vivía en Hamburgo. El sello era de mi socio actual y ambos acabamos quemados con el tema de los bookings, era demasiado y queríamos centrarnos en producir música.

El problema es que, desde que no tenemos la agencia de booking, no tenemos a todos los artistas bajo el mismo techo. No tenemos una persona que pueda gestionarlo, por el momento. Por ahora, unas dos o tres al año es una buena cifra, aunque me gustaría llegar a hacer una cada dos meses.

Los bookings deben variar según si se trata de festivales o clubes, ¿te gusta más pinchar en clubes o en festivales?

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Me encanta pinchar en festivales, tanto como en clubes. Por supuesto, depende del festival. Sin embargo, prefiero pinchar con el ambiente íntimo de los clubes. Por ejemplo, nunca iría a escuchar un dj en un festival. Los festivales son demasiado caóticos, hay música por todas partes y miles de personas corriendo de un lado para otro, no es lo mío. En cambio, en la oscuridad de los clubes me siento como en casa. Incluso iría antes a una fiesta en la playa que a un festival. Sin embargo, como dj me gusta mucho.

 

Creo que los ambientes se definen más bien por países. Por ejemplo, Japón es un país genial para pinchar. El público te aprecia como artista e intenta estar atento a lo que haces, aunque a veces lo que pinchas no sea obvio o sea más complicado. En cambio, en Europa, si no pinchas lo que la gente espera, se largan.

En Europa, me parece que se nota que los jóvenes hemos sido malcriados: pensamos que vamos por delante de los demás, desde los codazos que te dan en los clubes hasta la gente que se intenta colar en las barras. Respecto a la música, si algo no te gusta, te quejas, te quedas tan ancho y sales a vas a fumar. Cualquier cosa que suponga un esfuerzo se rechaza al momento.

No me lo había planteado de este modo, puede que haya parte de eso también. Por otro lado, creo que la gente está perdiendo su capacidad de prestar atención a las cosas. ¡A mí me pasa lo mismo! Estoy escuchando un track en Youtube y antes de que termine ya estoy escuchando otro, y luego otro, ¡sin parar!

Por eso, lo que prefiero es ir a los clubes. Ahora salgo poco porque casi siempre que salgo es para pinchar, pero si estoy en un club antes de pinchar y hay otro dj, me quedo en la pista bailando e intentando disfrutar con su música.

«Los clubes son uno de los pocos lugares que quedan para liberarte de todo»
— Steve Bug

En los clubes puedes dejarte llevar por la música, cerrar los ojos y centrarte solamente en disfrutar bailando. No tienes ni que preocuparte por lo que sonará luego, sencillamente ocurrirá, basta con dejar que la música avance. Suena muy típico, pero... ¡deja que la música transforme tu mente, tu cuerpo y tu espíritu!

Sin embargo, mucha gente que va a los clubes no es capaz de hacerlo. Se aburren, sacan fotos o se dedican a beber y a charlar. Es como si el sentido que tiene adentrarse con intensidad dentro de algo, como la música, se hubiese perdido. Es un tema difícil, porque esta es la manera en la que se ha configurado nuestra sociedad. Creo que deberíamos regresar a esta manera de experimentar: vivir algo hasta el fondo. De joven, cuando salía de fiesta, lo que buscaba era sacarme de encima todo lo que había ocurrido durante la semana y no pensar en nada más: quería que la música se metiese dentro de mi cuerpo, moverme, y sentir que estaba conmigo mismo sin tener que estar pendiente de los demás.

Cuando comencé a salir, en Barcelona, iba a la sala The Loft (Razzmatazz). Salía solo porque a mis amigos de entonces el techno no les interesaba lo más mínimo. Recuerdo entrar al inicio de la noche y salir a las siete pasadas totalmente sudado y sin apenas haber abierto los ojos en todo el rato. Era como una terapia, vivía totalmente entregado.

Steve Bug, relajado y sonriendo mientras charla con su interlocutor aka Vanity Dust. © Marta Vilardell.

Steve Bug, relajado y sonriendo mientras charla con su interlocutor aka Vanity Dust. © Marta Vilardell.

En este sentido, ¿en qué países encuentras un público más entregado?

Me gusta mucho actuar en Inglaterra y también en Estados Unidos. La gente muestra mucho interés en lo que estoy haciendo. Con leves diferencias, ambos países tienen un gran background tanto de house como de techno. En Estados Unidos, la escena todavía es pequeña, pero incluso ahora veo a gente que me sigue en dos conciertos de diferentes ciudades. Como decía, la escena es bastante reducida pero con buena salud. Predomina el EDM pero se mantiene el interés muy selecto por la música electrónica de baile como la que yo hago. En Inglaterra, en este sentido, en los clubes entienden el groove perfectamente.

Por otro lado, tienes América del Sur. Ahí, la escena respira frescura y energía porque todavía se vive la electrónica como algo nuevo. Las buenas vibraciones del público latinoamericano son increíbles. Difícilmente sigues encontrando algo similar en Europa. Además, los latinos son más extrovertidos que, por ejemplo, los alemanes.

A lo largo de mi vida, siempre he buscado un equilibrio en aquello que hacía. Incluso en las épocas en las que iba de after con los amigos, los solía hacer en casa de la gente. Quizás nos juntábamos 15 o 20 amigos, pero no era de los que iba de club en club sin parar. Necesito hacer otras cosas además de estar en clubes. Posiblemente, por eso hago tanto deporte, para hacer de contrapeso al estilo de vida de clubber y sus efectos sobre la salud propios de la vida nocturna. Durante la semana me acuesto alrededor de las doce o la una de la noche, y me levanto entre siete y ocho. A veces quizás te lías, pero es más bien la excepción. Entre semana, si existe algo parecido a la normalidad, estoy dentro de sus baremos, como si tuviese un trabajo y un rutina.

«Intento mantener un día a día estable: me gusta en horario nocturno, hacer deporte y cerrar la mañana trabajando con el sello. Por la tarde suelo ir al estudio»
— Steve Bug

 

Sin embargo, desde que separé el estudio de mi casa, suelo trabajar unas horas concretas, entre 5 y 6 horas seguidas como máximo, salvo contadas ocasiones en las que realmente estoy muy metido y concentrado en algo y noto que si lo paro perderé el empujón. Antes tenía el estudio en la segunda habitación de la casa. Al tener el estudio en casa, nunca me centraba del todo en algo: el 50% del tiempo atendía a cosas del día a día y el 50% me lo pasaba trabajando. Es decir, mi rendimiento se diluía porque no aplicaba el 100% en una sola cosa, al máximo. Con el cambio, me di cuenta de que apenas con 4 horas lograba unos resultados parecidos a cuando me dedicaba 16 horas en casa sin la sensación de dejar de trabajar. Y todavía noté algo más interesante: si algunas veces me paso de horas trabajando, cuando regreso al día siguiente me doy cuenta de que la mayor parte del trabajo es una basura. Actualmente, quizás anoto tres o cuatro ideas al día, aunque al ser un proceso creativo a veces no ocurre nada. Cuando una de las ideas es sólida, dedico esas horas concretas a desarrollarla y, en vez de seguir hasta que aguanten mis fuerzas, lo dejo cuando toca y regreso al día siguiente fresco y con energías renovadas.

Con la escritura, en mi caso, ocurre algo parecido. Si alargas demasiado cada vez te ofuscas más en el texto y te enrocas en un lenguaje concreto. Tardas mucho más en avanzar y muchas veces lo que haces y crees que está bien no te convence cuando regresas al texto al día siguiente. Sí, entiendo. De hecho, es importante encontrar el momento adecuado para hacer las cosas. Por ejemplo, encontrar tu momento para la lectura, o para ver una serie.

Tengo amigos que trabajan y producen en casa y tienen costumbres curiosas. Por ejemplo, se levantan, desayunan, salen a dar una vuelta por la calle y regresan a casa para ponerse a trabajar. Algo así como si sales de tu casa, haces switch y regresas como si se hubiese convertido en un estudio.

«Al inicio, no podía permitirme económicamente mantener un estudio. Varios años después seguí trabajando en casa. Cuando separé los espacios, me dije: “¡por qué no lo habré hecho antes!”»
— Steve Bug

 

Otra cosa que he descubierto recientemente son los rocódromos. Me encanta tener la sensación de tener que entregarme totalmente en una cosa tanto física como mentalmente, como si el resto de lo que te preocupa desapareciese por completo. Tengo ganas de hacer escalada en exterior, pero en Berlín el clima no es bueno y hace demasiado frío. La escalada es como si juegas al ajedrez y haces deporte al mismo tiempo.

Esta sensación que he descubierto en estos últimos años me ha cambiado en positivo. Suelo recomendar a la gente con la que hablo de estos temas que intente encontrar algo parecido que le permita desconectar. Es algo que muchos echábamos de menos y no sabíamos exactamente qué era: vivimos demasiado conectados y somos incapaces de descansar. Es importantísimo lograr eso.

«En los clubes mucha gente es incapaz de apagar su móvil y solo conectar con la música»
— Steve Bug

Entrevista publicada originariamente en Vicious Magazine.