VANITY DUST de reenganche© Meets ELOY FERNÁNDEZ PORTA LIVE 2HOUR SET@BARCELONETA SATURDAY AFTERNOON

Actuación de José Roselló y EFP en el festival 'Hasta la vista Pornoterrorista'.
«¿Pero qué les pasa a toda esta gente que todos están teniendo violentos orgasmos con todos y cada uno de los productos culturales y no hay ninguno que sea malo o mediocre siquiera?» EFP
1. Atento y entregado lector, salte la intro si ya conoce a Eloy Fernández Porta. Siga leyendo si precisa cierto contexto.
Presentar a Eloy Fernández Porta es sumamente complicado, ¿por dónde empezar? ¿Su carrera como escritor y ensayista? ¿Sus colaboraciones con el mundo fanzinero y de todas las batallas que suceden al margen del ámbito literario convencional? ¿Los premios que ha recibido y los onfireismos que han manado de su talento en las artes y otros menesteres? Por muy patillero que sea uno, no es tarea fácil, pero vamos allá.
Ensayista con cuatro obrazas a las espaldas (Afterpop, Homo Sampler€®0$ y el reciente Emociónese así), profesor en la Universitat Pompeu Fabra de BCN, talentoso del Spoken Word; coeditor de antologías junto a Vicente Muñoz Álvarez y experto en suculentos prólogos y conferenciante de pro.Y toma y daca y podríamos seguir alargando el currículum de Eloy, al que leía y admiraba antes de conocerle personalmente, incluso antes de saber que era real. Le que conocí en modo groupie, y me recibió como un colega. Ahora comparto felizmente mesas de bar, confesiones (leer este post hasta el final para entender el verdadero alcance del término confesiones), libros y otras movidas que este encuentro de dos horas de distendida charla, en mi apartamento de Barceloneta, pone de relieve y he querido publicar sin recortar a expensas de reventarm la longitud digerible para este tipo de contenidos y la sofisticada paciencia del lector exigente. Entre cervezas, comentamos aspectos que siempre me han llamado la atención de su trabajo, y Eloy me devuelve la pelota con temas personales de mi blog. Un partidazo de un segunda clase como yo VS. un cappo del asunto. Y dejémonos ya de mamadas y centrémonos en el tema que, todo sea dicho, me parece mucho más interesante.
2. Lea este punto si desea una breve introducción literaria al singular encuentro entre VD y EFP
 
Eran como las 6 de la tarde. La noche anterior la cosa se me había ido de las manos. Recuerdo que a eso de las 4 de la tarde estaba comiendo un bocata por el Borne y sonó mi iPhone casi sin batería.
 
–Ei, Qué tal Vanity.
—¿Eloy?
—Sí. ¿Cómo ves el encuentro en tu residencia?
—Emmm, cojonudo. A las seis en mi casa.
 
Pitote. Mi deplorable estado físico-mental quemaba la oportunidad, tantas veces comentada con Eloy, de tener un encuentro consistente para poder trabajar a modo de diálogo, que es lo que habíamos comentado días atrás. Pero un buen reenganche© no entiende de marchas atrás. Así que de perdidos al río. El reenganche© es solo el principio. Llego a casa renqueando con una cerveza de lata en la mano. La termino intentando mantenerme de pie. Me lío un cigarro. Pillo Emociónese así y repaso algunos apuntes pendientes. Notas y más notas, me meto en el estilo literario-ensayístico de Eloy y veo frases inconexas que me petan el cerebro, y tomo más notas y sigo pasando páginas y el iPhone muere y, cosa extraña (ver más adelante el tema del fetichismo y la relación con objetos tecnológicos) no me importa porque estoy dándolo todo con Emociónese así.
 
18h, sábado. No llueve. No he dormido. Puntual como el metro de Tokyo o el sistema de apuestas deportivas por internet, Eloy entra en mi apartamento de la Barceloneta para tener la primera charla tête a tête de mi vida. Solo me falta ponerme unas coletas rollo manga y una minifalda, pero eso se lo dejamos a los amigos de PornHub (leer más adelante sobre este tema). Una cosa es ir a una charla de un escritor que te gusta, otra es entrevistar a un autor al que admiras. Pero sentarte en un par de sofás y dejar la conversación fluir para ver hacia dónde va el diálogo y las experiencias compartidas es otro tema. Digamos que es interesante y que motiva. Añadámosle al asunto un completo reenganche©, más de 30 horas sin dormir. A ver qué sale de todo ello.
Nos sentamos. Silla, chester. Tabaco. Veo borroso. Nadie lo sabe salvo yo. Creo. Eloy, previsor y atento, ha traído sufiente cerveza, por lo menos para la primera media hora.
3. Arranque con la entrevista directamente si es un hombre de acción que va directo a la mandanga
 
Warm Up
 
Elija cuál es la postura más sexualmente explícita de la chica en cuestión. Siga adelante (yo creo que es la segunda comenzando por la derecha).
 
Vanity Dust: Eloy, ha pasado mucho tiempo y muchas cosas desde que nos conocimos, en una charla que diste en mi facultad de periodismo. Gran día, sin duda. De igual intensidad que la primera vez que compré tabaco con 16 años gracias a mi mostacho falso.
Eloy Fernández Porta: Sí, fue una mesa redonda sobre Peter Pan que organizó y moderó Vicenç Pagès Jordà. Guardo un recuerdo psicodélico de una sala enorme, llena a rebosar, y sesiones de fotos de los contertulios hechas con flash. Yo no daba crédito. Siempre me he preguntado de dónde sacó Vicenç los fondos para pagar a todos aquellos asistentes… Fue rock (en la era de la electrónica).
 
 / VD VS. EFP /

 

VD: Por aquel entonces todavía no habías publicado €®0$, y quedaba un trecho para que tu nuevo libro Emociónese así (EA) se convirtiese en merca legible. Te conocía por Homo Sampler, y lo que me flipó de tu ensayo es el tono y la actitud con la que te dirigías al lector. El rollo coloquial, frases hechas, apelaciones al ‘tú’, la inclusión de jerga. Todo eso, por supuesto, sin dejar de lado tus tesis y lo que realmente querías contar. Parece que tanto en €®0$ como en EA (como Electronic Arts, ya sabes) has ahondado en esta voz ‘canallesca’ para acercarte a los que te leemos. ¿Cómo ha sido este proceso de reformular el estilo sobrio del ensayo para llevarlo a un terreno mucho más cercano para lectores colgados como yo?
EFP: En el último libro, por ejemplo, intento conectar con el personaje que es el lector de Emociónese así. El propio lector es un personaje, busco esa conexión. Supongo que es una cosa con la que tú conectas bien.

«Según creo, las modalidades de interpelación que salen de las formas cómicas de la escritura suelen ser más sofisticadas y complejas que las que salen de las formas sobrias»

Una obra seria, sea la que sea, le habla al lector en calidad de ciudadano responsable y con conciencia moral. Es como si lo limitas a un registro y le dices, ‘desde este punto concreto es desde donde yo te hablo’, y lo reduces a ese papel. Le obligas a ser eso hasta que termine de leer. En cambio, en las modalidades de creación satírica, desde Aristófanes en adelante, se puede cambiar continuamente de modalidades de interpelación. De modo que en algunos momentos le hablas al lector como alguien indignado con la situación política...

VD: O le pones publicidad, cómo haces en EA, algo muy noble, creo.
Eloy es fan de la publicidad de Cash Converters. Lean sus dos últimas obras y verán de qué va el asunto.
EFP— Sí, es otro ejemplo. O le hablas como si fuese alguien que ha perdido el teléfono, o como a un camello. Si le hablas de amor puedes hacerlo como alguien que ha sufrido un gran desamor y que tiene unos sentimientos fuertes y fotogénicos en relación a eso, o también puedes hablarle como alguien que le mete cuernos a su pareja.
Servimos las cervezas. Nos relajamos. Esto acaba de comenzar, y a ver por dónde nos lleva la conversación. En mí caso, no lo tengo muy claro. Con Eloy, a buen puerto seguro. Reenganche© included. Eloy continua.
EFP—Este cambio de registros creo que también lo usas, a tu manera, en el blog; en la elaboración que haces de los personajes, y en el formato como de tira cómica, en la que los lectores ya van a ver qué ha pasado hoy en La Residencia de El Filósofo y Vanity. Y también tienes presente el cambio de registro, ya sean referencias a tus lecturas o a la electrónica que escuchas.
VD—En el blog lo que acaba produciéndose es un remix bestia de muchos elementos que me acompañan diariamente —techno, libros, chicas -cuando hay droga y dinero suficiente-, El Filósofo...— que interactúan entre sí con mucha libertad. Las combinaciones, tanto en la realidad como en blog, dan resultados bastante extraños, ya sean megatrágicos o delirantes. No me resulta interesante, y en mi caso sería importado, el hecho de pretender hacer un ‘post literario’, que se mira a sí mismo y se regodea de lo cojonudo que es y el nivel erudito que tiene. Me planteo hacer un post sobre alguna movida, y quizás comienzo en esa dirección pero luego me voy a otro tema que no tiene nada que ver. Por ejemplo, El Filósofo es un personaje que ha salido sin planearlo y a raíz de una serie de situaciones que se han dado en mi convivencia con él.  Es un tío fascinante, tanto por lo bueno como por lo malo, y lo que mola es que la lie muy parda. Eso sí, guardando las distancias, que ya sabes que la gente que estudia más de 1 hora al día tiene cosas raras en la cabeza.
EFP—Has entrado en un punto interesante, Vanity: cómo se llega a hacer una escritura transversal que toque distintos temas y espacios y que pueda ser interesante para alguien que está en el Apolo de juerga o en la biblioteca empollando. No sé cómo es tu experiencia, pero en mi caso una parte de lo que hago es previsible, teniendo en cuenta la formación que tuve en Humanidades. Desde el primer día se me vendió un estudio transversal con cuatro itinerarios.
VD—Pero no se te habló, por ejemplo, de publicidad.

EFP—En la carrera tuve bastantes profesores de estética que entraban en clase y hablaban con la misma naturalidad tanto de novela, como de teatro o de arte. Todo ello con una base de pensamiento general; yo que ya tiraba hacia esta vía fui aprendiendo todo lo que podía y a partir de ahí sí me desplacé hacia otro espacio en el que sentía que no estaba todo dicho. Por eso comencé a hacer crítica de cómic. De libros también hacía, pero en el terreno del cómic me sentía muy libre.
VD—¿Y hacia qué otros terrenos avanzaste por aquel viejo entonces?
EFP—Me fui orientando hacia la sociología, o hacia conclusiones sociológicas desde una perspectiva estética, porque era una casilla que quedaba vacía en la facultad de Humanidades donde estudié. En ese momento, cuando tenía unos veinte años, aprendía por un lado en la universidad y por el otro hacía un aprendizaje en público, escribiendo mucha reseña en revistas culturales o de tendencias. Fue muy importante el primer momento en el que comencé a montar algo parecido a un sistema de pensamiento. Por eso creo que estas situaciones duales en las que te puedes encontrar tú, por la situación intelectual y por el carácter, igual que por el momento de la vida en el que estás —en el que tienes que estar pendiente de los dos mundos, y comentarlos—, son muy fructíferos.
VD—Comencé a escribir en el blog muy obsesionado con Bret Easton Ellis, concretamente con su novela Lunar Park. Recuerdo la primera escena, el tipo se tomaba bastante poco en serio. Y eso me gusta. Ya está bien de tanto ego rencoroso. Aquí se viene a petarlo, y ya. El protagonista de Lunar Park viene a decir algo así: «llevo tres semanas durmiendo en el sofá con una botella de vodka al lado, y mi mujer gana 2 millones de dólares al año». A mis 21, esto me dejó muy loco. Así que partiendo de esta situación límite tomada a coña, fui generando relatos, la mayoría en tercera persona, hasta que la cosa acabó cuajando en el blog actual. No me interesan nada los blogs personales en los que la gente cuenta su vida como si eso fuese especialmente relevante. Igual que los Instagram de gente que únicamente se saca fotos delante del espejo o con sus colegas. No es que esté mal, es que no me interesa, supongo que me entiendes. Una cosa es subir una fotico que mola, la otra es, bah, dejemos el tema. Algo de esto lo comentas en Emociónese así; el nivel de exposición de la vida personal real y con detalles que supuestamente al mundo entero le van a importar. El factor imaginación o el delirio toma una parte importante del discurso narrativo. No me siento cómodo en un espacio de acción limitado, basado en mi vida cotidiana. Me gusta salir de esto, llevar las cosas al extremo.
EFP—El personaje que has creado en tu blog tiene el interés de que se presenta como una figura ficcional, basada en hechos reales y con un elemento de alter ego que para quien te conoce está claro. Y aunque la gente no te conozca personalmente puede leerte del mismo modo. La identidad digital es interesante. No tienes por qué tener el mismo nombre que sale en tu DNI. Se puede crear una figura como la tuya, que de hecho combina ciertos códigos del yo blogger.
Ejerce la función de ‘con qué pie te levantas’, o algunos post que son más de apariencia autobiográfica, y otros que parecen más filtrados. También existe cierta tensión en momentos en los que te pones más bukowskiano, ya me entiendes, cuando creas personajes más conflictivos, que recuerda más a los hate blogs. También aparece, a veces, el corazoncito de Vanity. No es la clase de blog que toca siempre la misma tecla, ya sea un ‘consumidor cultural’ o un comentarista político. Es atractivo el hecho de crear un personaje en expansión; la figura en la que están subordinados los textos es lo que le da pegada.
VD—En tu caso, en el planteamiento de EA usas también muchos recursos diferentes. Diferentes registros (desde el de la Univerzidá de la calle al erudito intelectual sibarita). Al mismo tiempo incluyes entrevistas directas, o inserts publicitarios.

 

EFP—Desde el punto de vista de escritor lo que me dio la brújula en el libro fue que, cuando comencé  a trabajar. Tenía dos tipos de textos diferentes. Por un lado el más conceptual: parejas de conceptos o definiciones con su desarrollo particular. Por otra parte, la de los anuncios, que tal y como la iba escribiendo salía más libre y literaria.
VD—Eloy, ¿tienes un boli por aquí? es que quiero apuntar algunas cosas, maestro.  Aparece El Filósofo en escena, en gayumbos. Le pregunto por un boli. Solo tiene lápices con minas. Prefiero sacar el iPhone y apuntar ahí las notas para comentar en la charla. Eloy prosigue exactamente en el mismo punto en el que se había quedado. Me fascina la gente que tiene este don. En mi caso, cuando voy hablando voy olvidando de qué va el asunto, y al final sé menos que al principio. Pero no es así con King Afterpop.
EFP—Esta cuestión de ritmo de escritura que comentábamos. Hay veces en las que tengo un espíritu más cartesiano; quiero definir, crear elementos de comprensión claros, y otros momentos en los que me hace falta una deriva más literaria. Esto es cómo lo siento cuando escribo. Al fin y al cabo, las dos partes son conceptuales, y tienen algo de guasa. Lo que denomino publi no deja de ser una tipología de las ficciones corporativas. Si fuese de otro tipo, sería académico. En otros libros este proceso de alternancia lo había escrito y vivido, pero no lo había transmitido. En cambio en EA, encontrar este principio de organización me sirvió mucho para desarrollarlo. Es el libro en el que más he trabajado el orden interno y que creo que es el que está más construido como organismo.
VD—De hecho, creo que tu propuesta es complicada, ambiciosa, y lo has conseguido, una vez más. La cantidad de autores con los que dialogas —o les metes caña de la buena—, casos concretos, ejemplos, conceptos citados y creados, disciplinas de estudio. Lo mejor: no parece una empanada, en plan mindblowing barato. Quizás sea tu mayor riesgo, conseguir una armonía en todo eso. Que no parezca una tertulia de bar de bohemios. Yo he fluido con la lectura. Como, por ejemplo, en el tema de las definiciones. Presentas dos definiciones: el ‘significado original’ y el ‘significado actual’.  Redefines la anterior y la rehaces. No lo he leído en otro sitio. Interpreto esta actitud como un claro desafío al enquilosamiento de los supuestos significados de palabras como ‘intimidad’. Seguimos pensando en los términos de la RAE, pero la realidad está muy pero que muy lejos de eso, y ni siquiera nos damos cuenta.
Ante esta sucesión de halagos sentidos y sinceros hacia Eloy, la llamada y repetida comida de rabos, me levanto a por más birra. A Eloy jamás le haré la pelota, es absurdo. Solo hay que leerle para darte cuenta de que los halagos son inevitables. Sigo.
VD—Ya que he mencionado el concepto de intimidad, quería comentarte una cosa que me pasó ayer por la mañana. Bueno, quiero decir esta mañana. Ya sabes que no he dormido nada...poco, voy algo cansado de reenganche®. Estaba de after en casa de una peña chunga a eso de las 8 y he conocido a una chorba; la chica me miraba como inquisitivamente, entre interesada y etérea, sin forzar. Con el ciego, sin saber muy bien cómo, pasamos del coñazo ‘a qué te dedicas’ a una chapa que me mete cuando empieza a contar que su abuela murió hace quince días, y que ella había dejado las drogas, pero que se vuelve a drogar desde entonces. Me cuenta preocupada que lleva dos findes petándolo. No sé, este tipo de confesión es rara. Seguro que a través de tu óptica este encuentro puedes interpretarlo. Yo solo sé que la tía estaba bastante buena.
EFP— No lo dudo. Estamos hablando aquí de una doble dinámica. Por un lado tenemos la vertiente digital: puede ser ‘personal’, aunque es socialmente objetiva, contractual, pública y no íntima, y eso a pesar de que uses recursos expresivos del mundo de la intimidad. Y después hay estos otros espacios, todavía presenciales, analógicos, como el cuarto oscuro de un club, un aeropuerto como no lugar relacional o el after. Por ejemplo, una de mis ideas que desarrollo es que la confidencia arrastra a má´s confidencias, ¿fue así en ese caso? En el momento en que ella te hace esta confidencia, ¿no te sentiste inducido a confesar algo parecido o que sonase también como coincidencia?
VD—Sí que lo hice, claro. No recuerdo qué, pero unas cuantas cosas muy secretas le conté.
EFP—Tengo un texto escrito de sesenta páginas llamado ‘La economía de la confidencia’, y le he dado bastantes vueltas a este tipo de encuentros. Tiene muchos aspectos. Por un lado, no sé si en un after se supone o no se supone una cosa así. Hace tiempo que no voy de afters...— Eloy niega con la cabeza, en plan, sweet old times—. Estos espacios que no pertenecen a nadie pueden ser espacios para la confidencia, como que esta tía te cuente esta movida. Hay un tío que trata muy bien este tipo de cosas en el cine negro: Michael Mann. Es un idealismo viril de las relaciones personales. Se da un analfabetismo emocional sublimado: la idea de que

«los enemigos jurados pueden tener 

una relación mejor que la de los amigos»

Como en Heat, donde hay un momento en el que el atracador de bancos y el policía tienen una conversación en un bar de carretera donde se dicen la verdad. En el ámbito de la novela, que yo sepa, esta idea está planteada desde El agente secreto de Conrad, en la escena en que dialogan el terrorista y el comisario.

Por ejemplo, con esta tía que me comentas, podría ser que ya no le apetezca explicarle la movida a su amiga porque ya le ha contado que ha dejado las drogas y el alcohol y no quiere que su imagen salga perjudicada si se lo cuenta. Por eso, en este nuevo espacio de socialización, idealmente fuera de la sociedad, tú te conviertes en el receptor ideal. De modo que con los desconocidos, esta gente con la que coincides y con la que no te volverás a encontrar, puedes ser mucho más sincero que con los cercanos y conocidos.

 

VD—¿Qué más me puedes contar de lo que denominas 'espacio liberado'?
EFP—Podría poner como ejemplo el tema de las líneas cachondas. Ahora van de baja, pero en su momento fueron potentes. Se caracterizan porque incluyen sexo, pero también confidencias. La industria del sexo lleva necesariamente incorporada una industria de la confidencia. En el caso de las líneas calientes nos encontramos en un mercado deslocalizado. La confidencia puede transcurrir con un océano de separación; puede ser que alguien llame desde Madrid y el teléfono se descuelgue en Caracas o en cualquier otro lugar. Hay toda una dinámica de deslocalización que entiende la confidencia como un excremento de la identidad, que sigue las dinámicas coloniales y las dinámicas de exportación trash, del Primer Mundo al Tercero. Esto incluye la industrialización del secreto. Por otro lado, como intento describir en el libro, se da esta confianza irracional en una forma de elocución, que quiere ser verdadera e incondicional, y que aparentemente ya no se puede encontrar en la trama relacional. Ante un entramado emocional cada vez más patente y objetivo, parece que le corresponden momentos de idealización del vínculo cada vez más denso.
Esto me recuerda a una situación en la que me encontré cuando llegué a Durham, Carolina del Norte, el segundo día que estaba ahí. Salí para buscar piso, y en el desayuno estaba fumando un cigarro y pensando en las 600 cosas que tenía que hacer y apareció un señor que tenía la edad de mi abuelo y se puso a explicarme que había llevado a su mujer al hospital para tratarla de un cáncer muy avanzado. Estuvo contándome detalles durante rato; se veía claramente que el hombre necesitaba hacerle esta confidencia a alguien. Yo era una oreja que pasaba por ahí, de otro país y sin nada que ver con él ni con el entorno.
Se produce un silencio entre ambos. Aprovechamos para enceder sendos cigarros. Yo tardo un poco más, porque lo lio susurrándole al cigarro cositas, pequeñas confidencias. Let's go. Continúo.
VD—Estaba pensando también en otra tesis que defiendes, que cuenta cómo se ha querido separar de manera ingenua, voluntaria, no sé, cómo sea, el mercado financiero del de las emociones. ¿Qué es primero, el huevo o la gallina?
EFP—En biología me enseñaron que primero es el huevo.
Joder, Eloy sabe de todo, intento excusarme.
VD—Vaya, yo estaba haciendo campana ese día (o estaba en clase fumadísimo y medio dormitando).
EFP—Es un hecho científico —y zanja ahí el tema, faltaría más—. Retomando la pregunta, vivimos en un mundo en el que ya es primero el interés económico, y todos los presupuestos culturales que de ahí nacen, al amor; de forma que todo lo que hacemos se proyecta sobre este trasfondo, y es aquí donde se dan estos divertidos procesos cínicos en los que

«Hasta que no llegamos al extremo último del utilitarismo no emerge el afecto o la expresión de la individualidad en estado puro»

Lo que describo es diferente a lo que describen los idealismos románticos de la izquierda o de las subculturas, que presuponen que podemos huir del mundo del interés, o que hay un espacio que está a salvo, como el poblado de Astérix, rodeado por los galos. Si yo trabajase desde una perspectiva de sociología de las ideas, diría en el prólogo: creo en esta perspectiva idealista o humanista y voy a hablar directamente de penas. Pero a lo que a mí

«me interesan son los efectos de verdad 

que crean las mentiras»

Qué hacemos o dejamos de hacer cuando todos nos creemos que estamos en el último poblado no invadido por los romanos. No me interesa imaginar un mundo en el que todo el mundo estuviese de acuerdo con lo que yo planteo, y nos olvidásemos mágicamente de la tradición idealista, que determina nuestra vivencia de las emociones. Lo que me interesa es justamente cómo se da esta dinámica en cada poblado que se cree libre todavía. ¿Dónde están los romanos y el César?

Continúa Eloy, hacia el otro lado de la cancha. Y me lanza la pregunta.
EFP—Una cosa que te quería preguntar sobre el tema de Vanity es cómo has ido concibiendo la narratividad, ya que hace tiempo que trabajas con el blog. Es toda una historia, con sus episodios y sus puntos de giro. ¿Quieres que Vanity vaya envejeciendo, o incluso matarle? ¿Hasta qué punto querrías estirarlo hasta una posible saga? ¿O quieres mantenerlo en el presente perpetuo?
VD—Por ahora, y desde el comienzo, siempre ha ido vinculado a las propias experiencias con un turboboost, coquetear con la ficción y la autoficción,  todo esto a lo largo de estos últimos años. En lo que ando ahora es en intentar abrir más perspectivas, a parte del formato blog. El formato blog es mi formato ideal, pero hay que seguir explorando más allá. Me atrae el campo de la comunicación en un sentido más amplio que el de mantener un formato blog o narrativo. Aunque sigue siendo el terreno principal y en el que me gusta trabajar, estoy tratando de abrirme burdamente a otros ámbitos comunicativos, quizás más periodísticos, que también han sido importantes en mí (de)formación. Pienso en las entrevistas de EgoDrôme, los reportajes como el de Marina d'Or en Reset junto a Alba Muñoz, las reseñas musicales en Under Magazine, las crónicas en Sigueleyendo o colaboraciones con otros medios. Y  todo eso y lo que pueda para intentar ligar más y entrar en festivales gratis. Como campo narrativo, como bien imaginas, incluso Facebook o Twitter son un percal divertido para hacer experimentos.

Pues eso.

En cuanto a envejecer, mola vivir en la eterna juventud que nos han vendido a todos. Es fantástico. Vanity no evolucionará de manera consciente, de forma planeada. Si Vanity envejece, en un sentido experiencial, y se vuelve un pureta coñazo, deberá plantearse el suicidio. Por ahora, el campo de batalla se encuentra en esa perpetua lucha que transcurre en el ámbito del personaje plano. Siempre está en movidas parecidas, con una actitud similar, pero al mismo tiempo todo resulta tremendamente confuso e imprevisible. Vanity se ha construido a sí mismo a golpe de hacer de Vanity. Gracias a todas estas movidas he hecho buenos colegas, he conocido chicas interesantes y lectores muy onfireistas. En general, se trata de encontrar simpatizantes con la merca literaria y la merca real, como la electrónica o los libros. Ese es el camino que seguiré, basculando y sin un gran plan, como los taoístas que tanto odia mi compañero de piso, El Filósofo. Siempre y cuando el proceso vital y literario continúen bien avenidos, no habrá restricciones ni giros rotundos.

Es curioso también que el blog comenzó sobre todo con relatos en tercera persona, y por ahí Vanity va entrometiéndose como personaje, pero de manera progresiva. Las influencias en ese momento, a los dulces 21 o 22, y la propia convulsión de una serie de elementos en la vida, entrometen al personaje en la acción, hasta tal punto que Vanity termina por ocupar el asunto y desarrollar la no ficción literaria y la autoficción. Todo nace de ahí, más o menos. Y ahora, claro, la mayoría de gente que me contacta por internet y los colegas cercanos han visto claramente que en mi DNI de Dubai el nombre es Vanity, y no otro.
VD—Se dio otro proceso singular: la novela comenzó en realidad como un relato. En plan vamos a escribir algo. Habíamos publicado ya un par de movidas en Quimera, con lo que ya nos teníamos medidos y sabíamos cómo escribía el otro. El relato arrancó con una primera persona, que rápidamente le otorgamos a Vanity. La historia arranca en un aeropuerto, al que V llega con una maleta que vibra. Y en el punto que va a embarcar tras haber provocado ya varias situaciones algo rocambolescas —que sería como una página o dos escritas a bocajarro— creo que le pasé el relato a Riot (o fue al revés, cosas que pasan cuando escribes a cuatro manos). Ante esta violenta y tensa situación creada en el relato —que a Vanity le sienta como anillo al dedo, o como canuto en los los labios— nacen una serie de tramas que se dilatan y llegan a extremos delirantes, ya que seguidamente fueron apareciendo los motivos y las excusas y las situaciones creadas en torno a esa maleta Samsonite. No sabíamos lo que tenía la maleta ni hacia dónde iría el avión. Nada de nada. Una vez estábamos escribiendo como posesos, tuvimos que parar y poner un poco de orden. Y R toma especial relevancia ya desde el inicio, acompaña a V en la misión. Y R es un personaje con una idiosincrasia muy particular —no habla, tiene extraños poderes y una sensibilidad algo burda—. Y, claro, lo que mola de todo ello es que Riot como autor ha sido también Vanity.
EFP—Es una buena conexión esa, el punk valenciano meets la escena moderna de Barcelona, qué miedor… Mientras leía la novela al principio intentaba diferenciar entre lo que había hecho cada uno de vosotros, pero cuando llegué a lo de las víboras griegas ya desistí de averiguar qué gag salía de cada cabeza, era como, “bueno, la escasa cordura que cada uno de estos tenía la han acabado de perder escribiendo juntos…” Ocurre como en la novela cuasi-pulp que escribieron Kerouac y Burroughs, Dios los junta… Lo cierto es que han salido una serie de cosas potentes, toda una línea, de hecho: proyectos literarios, editoriales, de cómic. Creo que lo que ocurrió es que en algún momento ampliaron el barrio valenciano de Ruzafa y, sin decírselo a nadie, lo extendieron hasta el Borne o hasta el Raval… Es una invasión silenciosa que, como dice una personaje vuestro, el señor Kostia, “representa intereses que ustedes no son capaces siquiera de imaginar”…

Lady Grecia en su casa.

VD—Con Lady Grecia nos lo hemos pasado muy bien. Ha sido bastante trash todo. En la historia hay mucha pasta de por medio, está Grecia, una mujer de armas tomar...Vanity, en su día a día, se mueve en un entorno muy concreto y cercano, y de golpe lo mandas a Grecia a liarla parda con toda la que está cayendo ahí. ¿Por qué no? Ahí está un poco la gracia. Es como cuando Robert Juan-Cantavella estuvo en Marina d’Or. Ya tenemos suficientes reportajes del lugar, tanto promocionales (antes de 2008 especialmente) como documentales y ecologistas que critican el complejo turístico. La cuestión es que la literatura bestia tiene también mucho que decir en este sentido, y llevarnos a sitios que con otros formatos no podemos alcanzar. El personaje de Robert, Trebor Escargot, me impactó mucho. Un personaje que lo metas donde lo metas te la va a liar. Y esto lo ligaría en una cuestión obvia pero fundamental: qué se espera de según qué personajes en un entorno social. Escargot rechaza de cuajo, o eso me parece a mí, cualquier tipo de atadura o limitación con su entorno: pareja, dinero, contratos laborales; siempre acaba haciendo lo que le sale por impulso, dejándose llevar por sus vicios y taras, sin juzgarse demasiado por ello, y con unos valores poco recomendados en los libros de autoayuda.

EFP—Sí, Trebor o Vanity encarnan el ideal social de alguien que es libre. En todas sus expresiones y sin determinaciones. Un personaje incontrolable. No sabes por dónde te puede salir. Algo parecido ocurre cuando en Lady Grecia recuperáis el tema de la caja cerrada y lo convertís, por vía tarantiniana, en la maleta Samsonite que vibra, y que puede contener cualquier cosa; cuantas más cosas ocurren en el viaje de V y R, más posibilidades tiene esa maleta-vibrata. A la hora de escribir un texto es muy potente no saber cómo va a terminar, ni tampoco el desarrollo del personaje ni la trama. Es un planteamiento que desde la novela pulp, en todas sus vertientes, incluso el arte en versión pulp, tiene mucha fuerza, si quieres, una versión casera del superhéroe.
VD—Debe ser eso, Eloy. Con el paso de los años, he ido incorporando una serie de costumbres en lo que escribo. Consumista nato. Como si fuese víctima de muchas movidas, pero asumidas y reivindicadas. Aquí no hay nada malo en ser un zumbado, ¿verdad? Recuerdo, por ejemplo, la competición con Joe Kelso en el libro de la huelga general entre un iPhone 3GS (Kelso) y el 4S (Vanity, cómo no). Por cierto, ¿te envié el libro?
EFP—No. Me hablaste de ello, pero...

Páginas random de Emociónese así.

 

VD—Soy un puto desgraciao. Perdona. Te lo mando ahora desde el iPad. En fin, que no paraba de joder a Kelso por su inferioridad tecnológica. En un contexto de huelga general, con una mala leche acojonante en las calles y con un país al borde del colapso, es algo no muy agradable de leer —según cómo se mire, claro—; cómo un matado se congratula por tener el mejor móvil. Kelso se pasa todo el día sospechando de mi demencia, hasta el punto límite de —ojo spoiler trascendental— cuando me hago un par de clenchas en un váter abandonado en medio de la calle, rodeado de anarquistas no muy tolerantes con este tipo de actitudes y bastante cabreados con todo. Ese rollo es lo que me motiva, ¿por qué tengo que intentar escapar de esto? ¿Por qué tengo que escribir ‘telefono móvil’ en vez de iPhone? ¿Y actuar ya no según lo políticamente correcto, sino con unos valores supuestamente universales del buenrollismo megaprogre?
EFP—La referencialidad permite fijar la historia en un momento del tiempo y, por otro, desarrollarlo. El tema de la tecnología descacharrante de este país tiene mucha gracia —Eloy siempre hilando fino.
VD—Vaya que sí. Como el post que hice sobre la vida de un Apple Fucker. Un tío que usa TODOS los cacharros Apple para currar, para todo, rollo muy guay. La respuesta de algunos atentos lectores fue ‘aquí le has dao, chaval, bien visto. Vaya petaos estos viciados al mundo de pijos 'falsos artistas de Apple’. Yo, aunque escriba este post que pretende ser paródico, tengo todos estos cacharros, y me interesa el uso enfermizo. Es lo que comentaba de tomarse mucho en serio las cosas. Me gusta exagerarlo a nivel literario o creativo, llevarlo al límite, eso es.
EFP—Creo que todo el tratamiento de la tecnología parte de la premisa, como dijo Foucault, de que la tecnología es todo un conjunto de discursos, y solo en segunda instancia un conjunto de objetos, cuya misión es transformar la vida, renovarla. Para mí el tratamiento de los objetos ‘maquinales’ es en realidad un subconjunto de un tema psicológico que es la ansiedad. Tienen que ver con las pulsiones íntimas, sexuales, o no necesariamente sexuales, que nunca se han llegado a resolver en las relaciones de persona a persona. En las relaciones personales siempre queda un resto, o hasta algo de la ansiedad generada por esas relaciones; todos los afectos son desplazados. Aunque parecen comenzar en una relación a dos, a partir de ahí se extienden a una tercera persona, y de ahí a una red que se objetiva en el tercer punto, la máquina.

«Muy a menudo establecemos una relación más íntima y sofisticada con las máquinas que la que podemos establecer con una persona de carne y hueso»

Por eso me interesa el tema del fetiche, ya sabes que tradicionalmente este tema se ha planteado desde la tradición psicoanalítica como una falta de madurez por parte del sujeto. Pero, tal y como yo lo veo, la relación con el fetiche no podría ser de otra manera. Y no solo eso, sino que es correctamente satisfactoria, por decirlo de algún modo. Pensemos en cómo se habla en la sociología divulgativa o el humanismo disfrazado de sociología de la pulsión consumista: “Alguien que se compra muchas más cosas de las que necesita, o alguien que compra cosas que no consume. Que acumula objetos y no sabe qué hacer con ellos. Que los tiene que tirar. Que tiene una relación patológica con ellos.”
Si lo piensas, esto define los hábitos de cualquier lector habitual.
VDLos culturetas son también unos fetichistas inmaduros, o sea que era eso.
EFP—Va a ser eso. Todas las bibliotecas están construidas así. De hecho, Francisco Rico daba una definición bastante divertida de su biblioteca. Decía que ha perdido la cuenta de los que tiene, que no los tiene catalogados, que a veces lleva los libros a la Cuesta de Moyano y vende 50. Y otro día vuelve y compra más libros sin darse cuenta de que son los que había vendido. Creo que el reto está en abordar estas relaciones no como patológicas sino como relaciones necesarias. Sobre todo porque nos hemos convencido de que en ellas hay una satisfacción estética. Del mismo modo que nos han educado, a las tías más que a los tíos, para problematizar las relaciones de pareja. “Aquí falta alguna cosa. Tenemos que hablar. Hay que introducir una renovación relacional en nuestro trato...”. En cambio, estamos más bien persuadidos por establecer una relación satisfactoria con los objetos de consumo cultural.

Papá, no corras.

Esta ‘invitación’ a este tipo de relación satisfactoria con los objetos puedes leerla en cualquier medio cultural, en los suplementos o en una revista musical. Si te distancias un momento del código en el que está escrito te preguntas ¿pero qué le pasa a toda esta gente que todos están teniendo violentos orgasmos con todos y cada uno de los productos culturales y no hay ninguno que sea malo, o mediocre siquiera? Así que esta relación fetichista no se puede referir solo a un objeto. Yo la denomino ‘la ideología de la satisfacción estética’. Todos los que trabajamos en el mundo cultural, de un modo u otro, estamos como imbuidos, todos nos lo creemos o actuamos como si lo creyésemos. Es, en realidad, una redirección de sentimientos positivos, de reconocimiento y de valoración —en el sentido que define Axel Honneth—, y también de erudición positivamente utilizada. Todo ello enfocado al acto de evaluación estética positiva entendida como acto de constitución del sujeto. Si yo pillo este libro y sé explicar en público por qué es bueno, y escenificar el placer que me produce, esto me convierte en un Sujeto, con Ese mayúscula. Y claro,

«A la satisfacción estética compulsiva y obligatoria le corresponde necesariamente una insatisfacción personal o relacional rutinaria»

Eloy hace una pausa de fucker. A estas alturas de la conversación, con más de una hora a las espaldas, ha pillado un ritmo que deja mi embolada de after guarro a la altura de una GameBoy Color. Prosiga, caballero.
 EFP—Lo que comento, quizás más en €r0$ que en Emociónese así, es que la reglamentación de la vida afectiva presupone necesariamente que la relación de pareja está construida, a partir de Platón, como una ‘falta’, un ‘fallo central’; es por eso que se da un proceso narrativo de evolución de la pareja que consiste en la identificación continua de errores y simulación de soluciones. Es por esta razón por la que el mundo de las relaciones personales se puede abordar mejor desde el ámbito de la estética. Ha habido artistas que lo han explicado muy bien, que delatan que hay una correlación entre estos dos espacios a los que hemos dirigido satisfacción e insatisfacción, pasando por alto que todas las relaciones de pareja o de amistad son suficientemente satisfactorias, si no comenzamos a darle vueltas, y que las relaciones que establecemos con los fetiches de consumo, contrariamente a lo que dicen blogs o prensa, son habitualmente compulsivas y ansiosas.

Todo viene de aquí.

Todos los que estamos pillados en un género cultural particular le damos muchas vueltas y nos encontramos a menudo con las reglas del sentimiento: ‘esto me tendría que gustar y no es así. Esto no me tendría que gustar y me gusta...’.

«Hay toda una parte compleja de placer culpable y de insatisfacción de la experiencia estética que es la parte que los medios de prensa y blogs no quieren ni oír hablar de ello»

Por eso, esta es una de las razones por las que mencionaba tu blog. Has evitado hacer lo que la mayoría hace, que es presentarse en público como ‘gourmet del consumo cultural’, ya sea en el literario, ensayístico, musical....Está claro que haces comentarios sobre objetos culturales, pero están todos muy integrados en la caracterización del personaje. Y, por otro lado, en este proceso tan curioso que se ha dado, cuando comenzaron los blogs, se suponía que debían servir como expresión de la interioridad. A menudo los leemos de esta manera, y es erróneo. Ese elemento supuestamente exhibicionista y del ‘yo’. En realidad los blogs en los que la gente explica su vida privada son minoría y, cuando lo hace, eso no es leído de manera empática sino inevitablemente escéptica — ¿pero este tío folla tanto como dice? ¿pero esta tía es realmente así? —. Existen cantidad de grandes filtros. Así que cuando lo que se dice en un blog de manera verosímil es la manifestación de la satisfacción estética, todo esto acaba un nuevo tipo de identidad digital 2.0 en el cual figuras que en los años 90 eran figuras de un repertorio...

Escuchamos en la cocina a El Filósofo dándole al microondas. Quizás está intentando volver a meter la cabeza dentro, o calentando el té por partes. Deconstruccionismo. Shhh.
(EFP sigue como si nada)...un repertorio del mundo del periodismo: coolhunter, gourmet, el decadente chapado en casa con un subgénero freak, todo estos rasgos han sido asumidos por gente ‘normal’ y se han generado todos estos yoes digitales.
VD—En esta línea, ya que en mi blog está presente y tú lo trabajas de manera extensa y con más perspectiva, retomando el tema de la ansiedad, quería sacar el tema del consumo de pornografía en la red. Como bien explicas, todos los nuevos portales de porno, como Youporn, generan curiosas consecuencias con el cómo se crean los contenidos más visitados. Esto exponencia todavía más su visionado, y se da una reacción extraña —rollo mindblowing— en el consumidor al mezclarse ‘tipologías pornográficas’ en una sola lista. Por otro lado, también me interesa mucho el consumidor y sus desviaciones: va a ver un polvete hetero pero de golpe se encuentra con un fisting. Este tipo de disfunciones, de aparente bloqueo, de shock. ¿Podrías desarrollar este tema de la ansiedad en el campo pornográfico? Cuando sales de la tienda feliz por tener un iPad 2 y haber rechazado el 4 como un campeón por ahorrar, hay quien siente, quiera o no, esa ansiedad de ¿seguro que no debería haberme pillado el 4?
Igual que un gran consumidor de pornografía puede preguntarse: ¿me la he pelado con la mejor blowjob del día, o ese vídeo en pequeño sugerido, un poco más misterioso, era en efecto mejor?

¿Un pivón desnudo en el libro de Eloy? ¿Un travesti? Misteriosa foto, por lo menos tal y como queda con el filtro que le he puesto a la foto en plan borrosa.

EFP—La manera en cómo se ha reconfigurado el porno en internet tiene una parte completamente foucaultiana: las taxonomías. Son las distinciones entre lo normal y lo perverso objetivadas en la creación de subgéneros lo que hace posible la difusión del discurso y el conocimiento sobre la sexualidad, y que sirve para popularizar el fisting u otras prácticas que hasta hace pocos años solo sucedían en el más estricto secreto. Desde la psicopatía sexuaris hasta en Pornhub existe ese catálogo de todas las rarezas, y en los responsables de estas webs se da una pulsión cartesiana: ‘¡Ep! Aquí hay un puño’, ‘¡Aquí hay tres tetas!’. Esta doble pulsión reglamentista y dionisíaca parece separada en la vida cotidiana, pero en estas webs se revela cómo funciona realmente. Como corolario al comentario que hago en ‘Postmodernism is in porn’, o sea, ‘cómo las ilusiones de la teoría posmoderna se realizan en el porno’, se podría decir que

«La lógica de la cita y la intertextualidad funcionan de manera efectiva en el mundo visual en general, y mejor y más dinámicamente en el porno que en la literatura»

Cuando hablamos de intertextualidad en literatura hablamos básicamente de name droppings de autores, obras y referentes, y un aspecto muy interesante de internet es que ha desmentido una parte de la teoría de la intertextualidad, porque las citas de libros no circulan especialmente, considerando lo que dice la teoría cultural y de los media. De hecho, podríamos poner a cualquier lector en un compromiso preguntándole cuál es tu autor favorito y dime de memoria tres citas. La intertextualidad no es tan fácil sino es que, como en el caso de la pornografía, puedes realmente aislar una imagen y trasladarla. Así se puede llevar a cabo todo este gran proceso de vaciado por el que, por un lado, la ‘vieja pornografía narrativa’ y las pelis de una hora y media han quedado citadas, descompuestas y recombinadas a las nuevas webs, y por otro se ha generado toda una dinámica postporno de autobiograficación X. Aunque sea anónima en muchos casos, la que gente en su casa hace lo que ha visto hacer en las pelis porno. En este sentido, tengo un matiz que poner en la teoría de las prácticas cinematográficas y performativas postpornográficas que se presentan como una réplica a la pornografía tradicional.

Todos los momentos de ruptura se han de dirigir hacia un enemigo estratégico y han de caricaturizar al enemigo, sea el burgués o el porno macarra y gañán.
Cuando a menudo lees descripciones de porno hetero hechas desde textos postporno, o en declaraciones y entrevistas, te encuentras una descripción imaginaria que quizás podría servir para describir algunas cosas que pasaron en el porno de los años ochenta, pero que dejan de pasar en los noventa en el momento en el que, por decirlo claro, la mayor parte de actrices porno no están operadas, y no tienen los pechos grandes, ni cuerpo bimbo de Los Ángeles —de hecho, esto se encuentra y es creado por algunas productoras particulares como Serena, para Private, que fue la última gran industria del porno. Y, de hecho, Private no trabajaba con este tipo de cuerpos, más bien al contrario, Private comenzó a hacerse famosa cuando se centraron en mujeres más parecidas a ‘girl next door’—. El rollo ‘girl next door’ a la gente le daba más morbo que la Bimbo de Los Ángeles operada. Cierto es que la gente que habla de postporno dice a menudo que han existido algunas instancias de revulsión dentro de la industria convencional y ponen los ejemplos de Belladona —no cuando trabajaba en el porno, sino después—, pero creo que el proceso es más profundo que esto. De hecho, la última vez que le preguntaron a Albert Milton de Private “¿y ahora qué va a hacer con el hundimiento de la industria que usted creó basada en las revistas y en los DVD’s?” Respondió que lo que quería era comprar las grandes plataformas. Comprar Redtube, Pornhub, etcétera. En estas grandes plataformas hay, entre otras cosas, postporno hecho sin teoría ni intención revulsiva. Si partimos de una concepción tan restringida de los usos del material pornográfico, entonces ver un clip de un minuto de alguien que pasa de los cuarenta o que le sobren un par de kilos ya empieza a ser postporno.
La contra de EA.

 

VD—Sigamos con tu libro, manantial de ideas y sabiduría contemporánea. En EA te cargas, finamente y de manera acertada, una serie de pensadores que tratan de explicarnos ‘la realidad’ con sus motes y diagnósticos, ya sea un Bauman o alguno parecido. Sabemos que estos tipos tratan de diagnosticar los problemas actuales —o de los ochenta, noventa, con el pleno desarrollo del capitalismo tardío—, y para ello eligen motes como ultramodernidad, modernidad líquida...y un largo etcétera. ¿Hasta qué punto teníamos aquí montada una barra libre?
EFP—Comencé a investigar académicamente a mediados de los noventa, en concreto para la tesis, momento en el que la corriente principal del posmodernismo se podía dar por acabada. Lo que no se puede hacer, incluso los más críticos con el posmodernismo lo admiten, es hacer como si la corriente no hubiese pasado y proponer un paradigma antagónico. Creo que nuestra relación con el posmodernismo es una relación como la de un escritor a mediados de los años cuarenta después del gran movimiento de las vanguardias: hay una parte que nos parece inaceptable, otra que en su momento parecía básica y que ahora nos parece solo divertida, y otra a la que no renunciamos por convicción intelectual o hábito cultural. Comencé a trabajar en una tesis sobre el relato breve posmoderno —no a favor, nadie está a favor de la posmodernidad salvo un director de una gran empresa— que planteé, como decías antes, en una lectura retrospectiva, como un fenómeno que ya se había tratado y que había que estudiar para ver qué caminos posteriores y que vías de salida podía haber. Hemos sido bastantes los que hemos estado trabajando en esta cartografía, sea el cual sea el sufijo o prefijo que hayamos elegido. Ciertamente, desde Afterpop hasta Emociónese así he ido matizando cada vez más mis diferencias en relación al pensamiento posmoderno, en el sentido genérico y, sobre todo, me he dedicado a especificar qué partes concretas me parecen útiles y cuáles no. Por ejemplo, el concepto de biopoder, y su tratamiento del tema de la carne, el control, la tecnología...son cosas que se describieron como posmodernas desde que salieron y que siguen siendo del todo vigentes, incluso en estudiosos que no acaban de ser del todo conscientes de que es un antecedente claro. Hay, por otro lado, partes de este discurso con las que no estoy de acuerdo y, me interesa especialmente intentar explicar para qué sirven, no como welantchung, sino para encontrar su ‘utilidad’. Por ejemplo, en el segundo capítulo del libro hago una serie de críticas a Anthony Giddens. Sencillamente planteo una enumeración de objeciones. Es habitual este modo de trabajar, eso se lo hacen a él otros autores como Bauman. No es que sea mentira lo que dice Giddens, sino que su idea del ‘amor demócrata’ confluyente con el ‘amor del ministro de exteriores’ es un principio inconsciente o inexpresado que fundamenta una forma de entender las relaciones personales. En una parte de mi trabajo no me interesan tanto las ideas ciertas o falsas, sino si son socialmente operativas o no.
Eloy en La Residencia aka CENTRAL SCRUTINIZER. El filtro hardcore que le difumina la cara modo oscuro-superbigote es mío.

 

VD—Creo que esta es la clave. Ahondar en la operatividad, como bien dices, y no en busca de una construcción abstracta. Me parece excesivo el tono de, pongamos, un Bauman, cuando afirma que ‘los vínculos líquidos se diluyen y no dejan poso’ #wtf.
EFP—Es una buena descripción de una modalidad de relaciones concreta, o de una etapa en particular. La idea de las relaciones como ribena que se tiene que diluir porque puras saturan es buena. Todos hemos tenido en nuestras vidas alguna situación así. Lo que discuto es que esto se presente como el modelo de relación paradigmática de toda una época, y que además se culpe a la tele y a los medios de comunicación, cuando

«tener una relación superficial y dejarla correr es una cosa física e instintiva»

Si realmente tienes una obsesión con alguien y no lo puedes dejar tienes un problema psicológico.

Ahora que estoy dando el nuevo curso del máster de Escritura Creativa en la Pompeu sobre Nuevas Corrientes Literarias, pongo mucho énfasis en clase sobre esta cuestión: en el ámbito de la creación, ya sea literaria o audiovisual, no es operativo distinguir entre ideas conceptualmente ciertas e ideas equivocadas, sino que hay que hablar de ideas estéticamente útiles o adecuadas e ideas inútiles. Piensa en todas las ideas que hay en el arte de vanguardias profundamente influenciado por el psicoanlálisis. El mundo cotidiano burgués es todo un paripé y un formalismo falso y si rascamos un poco sale el abismo y las fuerzas oscuras del inconsciente. ¿Es eso cierto? No es una verdad conceptual, es una escenografía para la verdad artística. Ni siquiera una cosa que nos parece tan elemental como decir que la vida cotidiana es un paripé y un fingimiento no es del todo cierta. Desde el punto de vista de la sociología de la acción, lo que desde un punto de vista romántico se denomina ‘fingimiento’ son en realidad acuerdos silenciosos entre agentes sociales que quieren decir cosas que no pueden ser reducidas a un teatro. No son una farsa, son una serie de actos en los que pasan cosas que de otro modo no podrían pasar.
Evidentemente que me interesan ‘las ideas’, y me interesan cada vez más en su dimensión afectiva en un doble sentido: qué hacen y qué efectos producen. Sobre todo los efectos de verdad que recibimos cuando un artista presenta su obra o un político hace unas declaraciones.
VD—Tu idea de valorar la operatividad de los conceptos me parece muy interesante y hábil. Esto me recuerda, de paso, a un breve punto de EA en el que creas el concepto de ‘deportista famoso que tiene una novia de toda la vida©’. Este concepto me parece socialmente muy operativo. Efectivamente, cuando tenemos al futbolista de turno forrado y que podría tener chicas modelos entregadas a mansalva, pero sigue con la misma novia desde los 13 años, esto produce en nosotros un efecto y nos hace plantearnos movidas. ¿Es la tía una fucker? ¿Pilló ya el futbolista de chaval a la fucker del pueblo, y ahora que tiene más opciones, es consciente de que no quiere perder el tiempo con espejismos de tetas operadas? ¿Es un tipo auténtico y con raíces? Parece ser que la prensa del corazón es la única que tiene la potestad para hablar de este tipo de cosas. Es su tema. Los académicos y pensadores se dedican a otras ligas, nunca mejor dicho. Mientras tanto, ocurren cosas así —a millones, de todo tipo y sobre cualquier tema— que pasan desapercibidos o no son tratados con el mismo rigor que otros temas tradicionales y supuestamente ‘más elevados’. No hace falta entrar en el debate de alta y baja cultura, ya que es una cosa que tú Eloy trabajas desde ‘siempre’, y que está más —o debería ya a estas alturas— que asumido e incorporado. Tú lo tienes incorporado de manera orgánica en tu manera de trabajar y escribir y trabajas de este modo constantemente, y el interés por este tipo de ideas ‘socialmente operativas’ o no produce un efecto hacia el lector que me parece mucho más cercano y, nunca mejor dicho, ‘útil’ que la cátedra oldschool.
EFP—Me alegra que lo veas así. Me lo planteé como dices: ¿qué es lo que siento cuando me meto en una página porno? ¿Y cuando leo sobre el deportista y su novia? Es una cosa básica que decidí convertirla en el centro. Aunque, más que decidirlo, se me acabó convirtiendo en el centro articulador del libro. ¿Qué sientes, incluyendo sentimientos que quizá mejor sería que no explicases, y cuál es la cultura que se muestra con estos sentimientos? Es como lo que ocurrió en el programa de Oprah Winfrey, y entramos nuevamente tema de confesión y confidencia. Ya se sabía que el ciclista dopado, Lance Armostrong, confesaría. No hacía falta ni verlo. Pero como Armstrong es muy frío en su gestualidad, incluso a pesar de la verdad que estaba a punto de confesar, Oprah se pasó un buen rato sometiéndolo a una verdadera tortura psicológica hasta conseguir que su expresión gestual se correspondiese con lo que decía. Para ello tuvo que pasar por encima del habitus cultural: ¿usted se siente culpable? Es como preguntarle a un soldado de un ejército reclutado por su país si se sintió culpable por ir a la guerra. ‘Mire, me dopaba yo, todo mi equipo, otra gente... y dábamos por supuesto que todo el pelotón iba dopado. La diferencia con el resto podía ser, en parte, que nuestro dopping fuese mejor y, por otro lado, que nosotros fuésemos mejores’. En aquel contexto estaban haciendo lo que dictaba su sentido común.

«Para mí lo más interesante no es el héroe excepcional que luchó a escondidas contra el nazismo, sino lo que hacía la mayoría: la rutina nazi»

Cuando no parece haber otro horizonte posible. Tienes que hacer eso y si no lo haces tienes un problema, aunque en un determinado momento pienses que sería moralmente mejor no hacerlo. Entonces, este tormento en el que se aborda a una persona como si su habitus cultural en el mundo en el que ha vivido no existiese, y se la intenta someter solo con un sentido de la culpa profundo y desocializado, es una tortura y una idealización psicológica, no tiene nada que ver con la experiencia real.

Y volviendo a lo que comentabas, el mundo del fútbol da mucho de sí porque prueba que en la misma época histórica vivimos en momentos históricos muy diferentes. Nosotros vivimos en un momento que es supuestamente postfeminista, pero en el mundo del fútbol se vive en un mundo prefreudiano en el que todos son heteros y machos, los gays no existen, las tías son pibones y el tío que tiene una pareja de toda la vida se le entroniza, y el que folla cada noche con quien le da la gana no se habla de ello o solo se insinúa cuando juega mal. La prensa deportiva se pasa todo el día hablando de tonterías, y en cambio no habla de la única cosa que podría ser interesante, la vida sexual de los futbolistas. Todo esto también lleva a una idealización moral, una oposición binaria entre Peps Guardiolas VS. deportistas que llevan tatuajes. ¿Pero cómo es el tatuaje? No, da igual, es que ya significa suficiente el hecho de llevar tatuajes. Eso indica que un rato al día nos hace vivir en un mundo premoderno, incluso en pleno 2013.
Te cuento el tema Guardiola, como anécdota de cocina de escritor. Yo llevaba unos días encerrado dándole vueltas al tema de la noción de reconocimiento al idealismo y pragmatismo de la emoción y salgo a comprar el periódico y me encuentro en portada a Guardiola con una declaración: «es una cuestión de feeling personal». Ahí estaba claramente el eco en la vida real mediática de todo este drama sobre el reconocimiento personal y esta eficiencia técnico-productiva. Es una parte del curro sociológico que es bastante agradecida.
Eloy es de aquellos extraños colegas sabios que te hacen sentir como más inteligente de lo que eres. Incluso que sabes más cosas de las que sabes. Por eso voy a por otra litrona de birra a la cocina. Regreso preparado y sigo yo.

El encuentro en modo minimal beer&cigarrettes.
VD—Al hablar de fútbol a la mayoría de la gente no le aportarás nada nuevo en cuanto a datos —todo el mundo recuerda aproximadamente las declaraciones de Guardiola sobre el feeling, o las broncas del malo de Mourinho—, lo que haces es repensar o ampliar la interpretación de los hechos en base a tu esquema de Emociónese así. Pero luego, abordas multitud de productos culturales, y los haces interactuar, tanto con el fútbol como con las tesis de tu libro. Aportas y contextualizas numerosos trabajos artísticos, cómics, novelas gráficas y un largo etcétera que para un lector corriente —yo mismo, cuyas nociones en estos campos son del rollo flow amateur— pueden ser reveladores. Por un lado, sacas reflexiones no previsibles de temas evidentes y, por el otro, buscas en muchos casos hacer comprensibles trabajos más bien ‘de culto’. En Emociónese así puedes vincular un programa de televisión sensacionalista con unas viñetas de cómic de un autor solo conocido en España por sibaritas. Este juego transversal y orgánico aporta, según creo, la verdadera personalidad de tus últimos ensayos. ¿Cómo desarrollaste esta forma de escribir?
EFP—Este trabajo ‘orgánico’ es el que más tiempo me ha llevado elaborar. La última página del libro, la playlist, ha sido la más laboriosa de todas, ya que ha ido cambiando a lo largo del texto y del tiempo. He hecho diferentes versiones y hay secciones que las he sacado, reconstruido o reordenado de varias maneras. Pero tener una plantilla de entrada me parecía muy útil. Es una cuestión de encontrar orden, y no tiene nada que ver con una cuestión conspiratoria de ‘todo está relacionado’. El orden puede ir surgiendo de manera más o menos espontánea, supongo que algo así os debió ocurrir con Lady Grecia, que tiene su lado de escribir sin frenos y take-no-prisoners, pero que al fin y al cabo es una narración con sus cinco capítulos, con sus secciones, con su tratamiento del tiempo muy pensado… Por ejemplo, a Mauro Entrialgo, para el que ahora estoy haciendo un prólogo a un libro suyo, le pasa algo parecido. Mauro tiene unos diarios desde hace mucho tiempo, no unos diarios que usa puntualmente, sino que al final del día él apunta todo lo que le ha pasado para mantener un orden, para que no le desborden todas las cosas que le pasan. Es suyo y no lo da a conocer, un acto de ‘me estructuro’, como dicen en Madrid. ‘A ver si me estructuro’. Es diferente a utilizar el formato blog como tú lo usas, que tiene una parte más fluida y ‘a la deriva’. Me refiero a que tiene una parte más bloguera de presencia continua, o la insistencia en la misma presencia, y luego también una parte más narrativa o novelística que tiene que ver con la evolución de la trama, los personajes, los secundarios. O la gente de la vida real que te encuentras, que se convierte en personaje, etcétera. Este trabajo es perfectamente compatible con el formato libro. Así como €®0$ estaba más basado en derivas interpretativas, en Emociónese así me he limitado más. Supongo que con los blogs pasa algo parecido, aunque nunca he tenido ninguno.
VD—¿No tienes ningún blog secreto? ?¿Seguro?
Eloy se parte. Miro el reloj, llevamos con esta charla más de una hora y media. Non-stop. Solo con pequeñas interrupciones por parte de las periódicas excentricidades de El Filósofo. Mi reenganche prosigue. Me ha petado la cabeza tantas veces a lo largo del día, y de la tarde, que sigo gozándolo como un zombie en el paraíso de los cuellos de niñas vírgenes. Eloy continúa, ahora con anécdotas.
EFP— Cuando Pablo Muñoz aún no era conocido hubo gente que me preguntó si yo era Alvy Singer... Internet genera mucha paranoia con el tema de las identidades. Pongamos el tema de los anónimos, ¿quiénes son? O tema de los géneros: por ejemplo, si es un anónimo bestia, que se pasa con lo que dice… ¡tiene que ser un tío!
VD—Lo que creo respecto a este tema es que la los lectores tienden —tendemos— a identificarse con lo que leen. Cuando lo que lees te indigna por lo que sea —con más o menos razón, hay de todo— comentas como un poseso para dejar claro, para ‘destapar’ la gran mentira que el post en cuestión oculta, ya sea que está mal escrito o que lo que cuenta es una chorrada. Una colega de Madrid, lectora mía antes de que la conociese personalmente —se puede pensar mal, por supuesto— que no acostumbra a leer nuestras movidas, me dijo que lee mi blog porque le entretiene, y se la suda todo el rollo literario y derivados. Me dijo algo así como ‘todos tenemos un pequeño Vanity dentro’, y es un poco la idea, y es bonito que suene tan cursi, como un anuncio de lotería de navidad o algo así. Mi rollo va por ahí, conectar con esa faceta Vanity que la gente tiene y con la que se identifica. Las ganas de petarlo, ya sea como consumidor cultural o follando bien ciego en un parking.
EFP—La gente se acaba enganchando más por el tono y las formas de empatía que por el contenido, que lo veo como algo más secundario. Por supuesto, hay varias vías de entrada, como en tu caso puede ser alguien que conoce tus referentes habituales. Pero me refiero a alguien más joven que puede comenzar con la movida blogger a través de tu blog. En este sentido, Antonio J. Rodríguez y tú tenéis algunos puntos en común que me parecen muy interesantes, por ejemplo, en el capítulo de Fresy Cool titulado 'Gente Kabreada', cuando va dibujando la evolución del personaje a partir de una alternancia de estilos literarios hispánicos, de más clásico a más moderno, es un capítulo sensacional, un tour de force de estilista. No lo planteo de manera generacional, pero sí hay variaciones respecto a lo que hacíamos, a los cambios de paradigma que se dan actualmente; y es especialmente respecto a las modalidades de presentación del intelectual, el pensador o el escritor. Cuando yo tenía vuestra edad era completamente diferente —a parte de que los blogs no existían—, el tono que debías tener era básicamente el de hacer ver que tienes treinta años más de los que tienes, y usaba discursos de cultura en C mayúscula, y de una sobriedad que si lo lees ahora ves que curiosamente mucha gente escribe ahora más relajada que hace 20 años. En aquel momento parecía que no podíamos hacer ni media coña.
VD—Bueno, ¿ahora tú te lo pasas bastante bien, ¿no? Pishhha tú tieneh musha vida interió.
EFP—Sí, jaja. Hay momentos en los que dices, se puede hacer, y puede ser un plus. Lo decía en el sentido que los estilos de escritura que tenéis tú y Antonio, cada uno con sus características y diferencias, que son evidentes...
VD—Sí, bueno. No le conozco personalmente. Pero yo soy rubio y con ojos azules y Antonio es, cómo decirlo... ¿más emo?
EFP— Lo del rubio me ha pasado desapercibido, pero el emo-core sí que lo tiene… Hardcore emocional, man. Me refiero a la naturalidad con la que habéis hecho una puesta en escena de vuestro carácter y de vuestros conocimientos. La manera en la que habéis hecho una sátira de la vida cotidiana moderna del consumidor cultural con puntos de lumpencultural —que somos todos un poco, y esa es la gracia—. Esos elementos de literatura norteamericana, y no solo norteamericana. De cómo se toma la literatura posmoderna alguien que viene un paso más tarde históricamente que el mundo posmoderno. Imagino que es una cosa que dentro de vuestra generación dará muchas respuestas diferentes. Quizás la más típica es más esencialista, ‘más Bauman’, más de dar la espalda a esta supuesta gran fiesta frívola de la posmodernidad.
VD—Querido Eloy, aquí la gran fiesta sigue muy On fire. Y gracias por sumarte un buen rato a la rave. Que sirva como precedente para montar más eventos de charla-reenganche®. Eres sin duda el Very Special Guest.
EFP- Ahí estamos. Y recordad que, como dice Kronos, 'drogarse NUNCA lleva a la Revolución'.*
*Kronos es un personaje de Lady Grecia, concretamente un anarquista radical algo confuso (no más spoilers). Eloy se marca, hasta en la última frase, el puntazo de haberse leído el libro. Está claro que sabe lo que oculta la maleta Samsonite. 
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