El lazo por la paz se llama música y se une con tracks

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Lo decían algunos místicos y parece que los siglos, año tras año, cien tras cien, mil tras mil, les siguen dando la razón: una acción violenta que genera una respuesta de confrontación suele generar bloques contrapuestos que buscan influenciarse y dañarse entre sí para salirse con la suya. Estar en contra es reconocer al adversario como poderoso y otorgarle el poder que se vanagloria por haber logrado. Pero, claro, el poder surge de la misma confrontación, y si esta es visible y controlable, el poder, además de gestionarse a sí mismo, gestiona también la confrontación. Es una especie de win-lose que, si se invierte, iniciará un nuevo ciclo hasta el lose-win, en el mejor o peor de los casos, porque la historia ha visto algunos casos como este que, again, se han convertido en lose-lose aka epic fail. 

Y, claro, cuando el epic fail más máximo al que te expones es que el dj descuadre los platos, pero tú le amas porque lo está haciendo muy bien, y porque amas a todos los que están bailando contigo, a los que no han podido acudir a la llamada del beat ni a los que no pueden permitírsela —económicamente, intelectualmente, físicamente—, entonces un cambio real se produce en forma de sonrisas que solo saben y pueden amar. A los que sufren, a los que lloran y no precisamente de emoción, a los que son heridos sin haber hecho nada. A las que alzan la voz y tú la música con ella.

Decía un amigo, artista reconocido, que, para avisar a la gente que trajese "cosas" a las fiestas solían decir "traed música", como hablando en un código entre amigos. Y no era un código, lo entendí hace unos meses, era literal; porque a pinchar se aprende pinchando, descuadrando, bailando y haciendo bailar. 

Por eso, aunque alguna compañía de teléfonos lo entendió mal hace unos años con su slogan "Everyone's invited", no lo entendió mal Boiler Room, que usó toda la tecnología disponible en cada momento para desplegar una fiesta documentada desde que Boiler Room es Boiler Room (2010). Pero sí, Minus (2008) lo supo hacer en su momento y, a su vez, Detroit en el suyo, en una ciudad que se hundía ante un contexto que cambiaba y ellos encontraban su lugar en las máquinas y, gran cambio histórico, en la música y no en su potencial productivo consecuente. Lo mejor de Boiler Room es que no han querido retratar solo a una generación —la suya—, sino que han sido capaces de viajar en el tiempo y traer artistas de todas las épocas, desbordando ciudades, festivales, clubes y espacios singulares (ríos, montañas, prados, calles...) muy, muy especiales que se convierten en un elemento vivo que le da el truly beat a la fiesta .

Vanity Dust, 20. 03. 2018.