747: You Play I Write · 53
Ryan Chan, conocido en el mundo de la música electrónica como 747, aborda el acid techno en sus composiciones sumándole componentes hipnóticos y melódicos de épocas posteriores, logrando así revitalizar un sonido característico y dándole otra vuelta de tuerca para alcanzar nuevos oídos sin sonar a mera repetición noventera.
747 lanzó su primer release en 2015, y desde entonces hasta ahora las cosas se han ido poniendo cada vez más en su sitio, a nivel profesional y musical. Influenciado por su viaje a Berlín en 2016, desde Vancouver, su ciudad natal, y motivado por su salto del mundo digital a las máquinas para producir, 747 ha seguido (y sigue) activo a pesar de la pandemia, lanzando recientemente nuevo EP en su sello habitual, Aquaregia.
A la hora de responder a las preguntas que componen esta edición 53 de You Play I Write, Ryan Chan es de los que se toma su tiempo y aporta interesantes reflexiones, tanto para comentar el consumo de música actual y los cambios en los hábitos del consumidor como para detallar su trayectoria y contar algunos detalles estimulantes, así como para analizar el “alma” del techno que expresan los diversos estilos de techno.
Disfruta con su mix exclusivo, descubre nuevos artistas canadienses, toma nota de 5 de sus tracks de referencia y mucho más, right here, right now.
747: Comenzando con la electrónica en la adolescencia, sus primeras producciones y el momento presente
Que la electrónica se disfruta más con amigos es algo que pocos ponemos en duda y fue así como 747 comenzó a los 16 años a pinchar con un colega, Josh, estando todavía en lo que en España sería el Bachillerato. El padre de Josh tenía un club, y 747 y Josh solían usar los CDJ 1000 que tenían en el local como backup. Como explica Ryan Chan, con el dinero que ganaban por aquel entonces haciendo fiestas en casas de sus amigos, que no estaba nada mal, lograron comprar un teclado midi Akai para usar con Ableton. Aquella fue la entrada de 747 a la producción de música electrónica, y en los años siguientes decidió que quería seguir experimentando, puliendo y perfilando el recién descubierto arte. En 2015 salió su primer release. Por aquel entonces, 747 seguía en la Universidad y por aquel entonces vivía la música más como un hobby, aunque no por ello dejó de pensar que lanzar su propia música sería divertido. Efectivamente, como productor musical, el primer y único proyecto de Ryan Chan fue y continúa siendo 747.
747 y techno bañado en acid o cómo encontró Ryan Chan su sonido en la incandescente noche berlinesa (y saltando a las máquinas)
A la hora de definir su entrada en el techno y su vertiente, digamos, más acid, 747 marca dos puntos en su biografía electrónica que le llevaron a encontrar su sonido (y poder trabajarlo). Por un lado, Berlín y, por el otro, su salto del software al hardware. Vayamos a por ello.
«En febrero de 2016 visité Berlín por primera vez y fui a Berghain. Ahí me di cuenta de que, al hablar de techno, había diversos niveles; el sonido de Berlín era algo que nunca había experimentado en América del Norte. Tanto la acústica del lugar como la reverberación de los graves en la sala, así como las vibraciones de la pista y el público, todo ello me dejó una impresión duradera que marcó cómo yo percibía el techno. Aquella noche también pinchó Dr. Rubinstein con temas acid. Escucharlo en aquel equipo de sonido fue realmente inspirador» — 747
«Por otro lado, fue clave mi switch del software al hardware. Los primeros releases que produje los hice completamente “en la caja”, es decir, con software y usando varios VST. Para lograr los sonidos que quería, tenía que estar constantemente forcejeando, y en cierto modo me quedaba a medias. Finalmente me hice con una Cyclone analógica TT-303 y con una Roland JP-08 y ahí fue cuando todo empezó a encajar. El workflow con el hardware eliminó el persistente forcejeo que tenía con el software y con este cambio podía ser más creativo y trasladar aquello que tenía en la cabeza en un timeline concreto» — 747
En términos de influencias, en este proceso de descubrimiento del sonido acid con el que más se identifica 747, el artista canadiense cita, además de ese épico Dr. Rubinstein que vio en directo en Berghain, a Tin Man —por sus hipnóticas melodías — y, cómo no, a Richie Hawtin en su aka Plastikman.
747 y la oculta escena techno de Vancouver
Cuando Ryan Chan comenzó a adentrarse en el mundo de la música electrónica, la escena de Vancouver atravesaba un potente período con el dubstep en cabeza, siendo el festival Shambhala un gran evento cerca de la ciudad. Según explica 747, a diferencia de Europa, en donde la muchachada accede al techno relativamente pronto, la escena techno de su ciudad la frecuentaba un público más adulto, por lo que él desconocía su existencia. En 2009, por ejemplo, lo que escuchaba Ryan Chan era una combinación de artistas como Deadmau5, Justice, Daft Punk o Boys Noize, y significaron su entrada en la electrónica como oyente. Respecto a la escena techno, además de estar auspiciada por un público más adulto, era mucho más underground y, en términos generales, pequeña. Sin embargo, en la ciudad hay un puñado de buenos promotores que realizan eventos más en plan Warehouse. Por desgracia, 747 lamenta que no sea sostenible (y que es más bien poco habitual) que un club pueda programar semanalmente una noche de techno —hablando obviamente de cómo estaba el asunto antes de la pandemia—, pero insiste en que ello no impide que haya buenas fiestas.
Al preguntarle por el auge del techno en América del Norte, Ryan Chan identifica un lento pero sólido crecimiento de este sonido. Poco a poco, como afirma, el techno ha ido ganando posiciones destacadas, incluso en festivales tradicionalmente mainstream como son el Ultra y el EDC, y menciona que incluso en el Coachella ha habido actuaciones de techno.
747 y su música en el sello Aguaregia: una historia de amistad y apoyo mutuo
Aguaregia es el sello en el que 747 ha lanzado desde siempre su música. El proyecto lo fundó Emily Nicoll, y la historia que hay detrás es singular e inspiradora. Como explica Ryan Chan, Emily Nicoll y él eran compañeros de Universidad, donde ambos estudiaban Ingeniería Química. Emily resultó ser la única persona que conocía Ryan que estuviese metida en el techno, y siempre apoyaba la música que él hacía, aunque, según 747, en aquel entonces era bastante mala. En un determinado momento, Emily Nicoll decidió arrancar Aquaregia, y por aquel entonces la música de 747 ya sonaba mejor. La decisión de lanzar música en su sello fue, pues, sencilla, y desde entonces Ryan Chan solo ha lanzado música ahí. En este sentido, Emily le da una enorme libertad creativa, y el hecho de que sean tan cercanos en términos de amistad y tengan tanta afinidad permite que Ryan pueda involucrarse mucho más en los lanzamientos que si lanzase en otros sellos. Eso no quita que 747, con el apoyo de Emily, por supuesto, no esté abierto a publicar música en otros sellos, pero, como afirma 747, tiene que ser alguien que sea igualmente entusiasta y que realmente apoye la música que hace.
747, su conexión con artistas canadienses y la artista internacional que sitúa en el trono
Por curiosidad y ganas de descubrir también otros nombres de la escena canadiense, le pregunto a Ryan Chan por aquellos nombres de su país con los que tiene cierta afinidad.
Su artista canadiense favorito no es otro que Tiga —si yo fuese canadiense, estaríamos de acuerdo, creo—, pero me habla también de otros nombres que que le vienen a la mente. En Vancouver mismo hay un artista, Truant, que se puso en contacto con él hace algunos años y que acaba de firmar un EP con Skryptom, release que 747 recomienda escuchar. En Toronto, Aahan también le ha estado enviando material en los últimos años, y actualmente avanza por una muy buena senda. En su caso, acaba de firmar un EP con Monnom Black. Al preguntarle por sus artistas favoritos fuera de Canadá, no titubea, y cita a Aurora Halal, afincada en Brooklyn, como la DJ en el trono de sus must.
5 tracks esenciales en la colección de discos y tracks de 747 (una elección difícil)
Esta es una cuestión siempre complicada para los artistas, pero me gusta hacerla porque detrás de la selección de 5 tracks suele encontrarse una visión muy particular y valiosa de su criterio, de sus gustos y de esa misma evolución en el tiempo y de aquellos sonidos que siguen reivindicando a pesar del paso de los años. Ryan Chan selecciona 5 tracks que, a día de hoy, sin importar si son nuevos o tienen más años, sigue conservando y escuchando con la misma intensidad.
Quazar – Sunflower [Seven Stars Records]
Slam – Lifetimes [Soma Quality Recordings]
Nthng – It Never Ends [Lobster Theremin]
Blind Observatory – Way Over Yonder [Gravitational]
747 y una certera reflexión acerca de la evolución de cómo escuchamos música, qué supone para los artistas (para bien y para mal) y por qué es importante seguir considerando la música como arte
En una entrevista previa a 747, leí con atención varios comentarios del artista canadiense respecto a la evolución en los formatos de escucha, y cómo todo ello afecta a los artistas y creadores, a sus ingresos y modo de vida. Nos adentramos en este peliagudo tema, que 747 analiza con minuciosidad y un inteligente enfoque, comenzando precisamente por la otra cara de la moneda, es decir, los oyentes y el público, encontrando así explicaciones a por qué la situación actual es compleja y requiere de adaptación, no tanto por la parte del público sino, precisamente, de los artistas.
747 plantea los avances hechos en la industria de la música desde el lado del consumidor, un enfoque interesante para comprenderlos, puesto que todo ha ido evolucionando con sus intereses en el centro. De los vinilos al casete y de las cintas a los CDs, cada salto, recuerda Ryan Chan, era mejor en términos de portabilidad y más conveniente para el público. Todos estos medios de acceder a la música todavía traían ventas fuertes, porque si te gustaba una canción tenías que comprarla, comprando también todo el álbum. Comprar música era la norma y ello implicaba que un consumidor medio tenía una colección de música en algún formato que reflejaba sus gustos musicales a lo largo de los años. Con la llegada del mp3, los consumidores podían “saltarse” las canciones que no les gustaban y comprar temas individualmente, à la carte, lo que implicaba una reducción general de los ingresos, que cayeron en parte debido a ello. El otro motivo de la caída de ventas fue por algo peor, claro, la piratería en plataformas como Napster o Limewire.
Como reconoce Ryan Chan, el streaming ha sido la guinda del pastel de este proceso: ahora puedes acceder a toda la música del mundo gratis mientras aceptes escuchar unos anuncios o pagar una mínima cuota mensual. Ya ni siquiera necesitas que la música sea “tuya”. Las claves de esta tendencia, como argumenta 747, es que este progreso favorece especialmente al consumidor: con el tiempo ha logrado consumir música más fácilmente y de manera más económica.
En este sentido, continúa 747, la triste realidad es que la sociedad ha sido condicionada para darle a entender que la música se puede escuchar gratis, y a día de hoy es difícil que para la gente esté justificado pagar 20 dólares por un CD o un disco. El genio ha salido de su botella y, piensa 747, eso será difícil de revertir. Tampoco se puede culpar al público, dice Ryan Chan, porque Spotify es genial cuando uno lo usa como consumidor —él mismo tiene una suscripción y claro, poder escuchar la música que te gusta en el coche, en el ordenador o cuando estás fuera de casa es algo tan cómodo que odiaría tener que perder—. Y eso sin mencionar el algoritmo de Spotify que no para de mejorar para ayudarte a descubrir nueva música.
Por todo ello, 747 no quiere optar por una visión totalmente negativa de las plataformas, porque cierto es que también tiene beneficios positivos para los creadores. Por ejemplo, como artista desconocido, solo basta que te añadan a cierta playlist para alcanzar miles de fans, y si los dioses algorítmicos se portan bien contigo, cualquiera tiene la posibilidad de que su música se convierta en viral. Eso, explica 747, es justamente lo que le ocurrió con su Aurora Centralis, que tiene casi 4 millones de plays gracias al algoritmo de YouTube. En otros tiempos, reconoce 747, como artista necesitabas un sello establecido, con distribución y mucho presupuesto en marketing para llegar a un alcance similar.
La conclusión de Ryan Chan es que estamos ante un arma de doble filo, porque por un lado ha condicionado a la gente a concebir la música de determinada manera, pero por el otro lado ha otorgado a los artistas de cualquier tamaño mucho más potencial para crecer.
Quizás, piensa 747, las plataformas podrían hacer algunos cambios respecto a cómo retribuir a los artistas, aunque pone en duda que eso sirviese para algo. Según argumenta, incluso plataformas como Bandcamp, que da a los artistas la posibilidad de controlar su música, no es suficiente para “mover la aguja” y que esta suene con ventas realmente significativas porque, en efecto, el problema recae sobre cómo la sociedad percibe hoy en día la música.
Pero la música es arte, aunque no haga falta que esté solo en los museos y que se venda en subastas elitistas a miles de euros por copia. A fin de cuentas, piensa 747, la música debería poder ser escuchada por tanta gente como sea posible, esa es una de sus finalidades.
Dicho esto, 747 considera que una gran parte de la sociedad ha olvidado que la música sigue siendo arte que puede ser coleccionado, ya sea en copias físicas o en archivos digitales. Obviamente, ello no implica que no haya todavía coleccionistas porque efectivamente los hay, pero el fan medio, o incluso un fan del techno (excluyendo a los DJs) es probablemente un streamer o alguien que escucha podcasts, y ya no un coleccionista como los de antaño.
Los artistas, prosigue 747, se han adaptado a pesar de todo, y ahora existe el énfasis en los tours, que suelen reportar buenos ingresos, ¡salvo que haya una pandemia global de por medio!
747 en cabina: los clubes y escenas que no se olvidan (y su sueño, compartido por muchos)
747 ha pinchado en clubes míticos de Europa como Rex París o el Fabric de Londres, y le pregunto por aquellos clubes y escenas que más echa de menos y que mayor impresión le han dejado.
En este sentido, a la hora de pensar en los clubes en los que ha pinchado y en las escenas que más le atraen, 747 responde sin pensarlo. Berlín y Tiblisi. Ambas ciudades, afirma, tienen una energía que engancha si hablamos de techno. Las actuaciones que ha hecho en ambas ciudades han sido siempre increíbles. 747 tuvo la oportunidad y el placer de pinchar dos veces en el Spacehall de Tiblisi, espacio conectado al emblemático Bassiani. Dice que la escena ahí es impresionante y que le mereció la pena el vuelo de más de 24 horas desde Vancouver. En cuanto a Berlín, tristemente tuvo que cancelar una actuación en el About Blank debido a la pandemia. Hubiese sido la segunda vez que pinchaba ahí y, de hecho, fue el primer club que pisó cuando estuvo en la ciudad por primera vez en 2016. Si tuviese que elegir una ciudad en la que pinchar, 747 piensa en Ámsterdam y, cómo no, en cuanto a clubes su sueño sería poder pinchar en Berghain.
Cuando sobran BPMs en la pista
En los últimos meses, se ha hablado mucho de cómo se retomará el mundo del clubbing cuando esta interminable pandemia llegue a su fin, y en este sentido me interesa saber qué cosas creen los artistas que deberían o podrían cambiar respecto a cómo estaban las cosas antes.
Al hablar sobre ello con Ryan Chan, este reconoce haberse sentido un poco desconectado de la escena incluso antes del COVID. Especialmente, por ese “nuevo” sonido hard trance/rave y techno/hard techno que se hizo muy popular. Sencillamente —al igual que me ocurre a mí—, 747 no está metido en el asunto, aunque tampoco es algo que necesariamente la escena tenga que arreglar o ajustar. Porque, si algo es popular, significa que la gente está diggeando, así que quién es él para juzgarlo. Sin embargo, Ryan Chan dice que es una locura cómo este movimiento ha afectado a toda la escena techno, aunque no pinches o hagas ese estilo concreto. Él mismo reconoce que comenzaba sus sets alrededor de los 125-126 BPMs y quizás llegaba como máximo a los 130-132 BPMs, pero ahora, con toda la movida que hay respecto a la rapidez, suele estar en un rango que va de los 135BPM a los 140BPM. Otros artistas van de los 140 a los 155BPM, algo que para 747 es ya delirante.
747 opina que un nuevo público joven está alimentando este nuevo movimiento, y que cuando se den cuenta de que el techno no necesita hacer que tus ojos sangren literalmente, la escena se resituará en un entorno más amigable para el clubbing a escala pequeña y mediana. La impresión de 747 es que los grandes festivales y grandes eventos han jugado un papel en toda esta aceleración del sonido de los últimos tiempos, puesto que encaja precisamente en ese tipo de ambientes.
En el estudio con 747: ideas, emociones y la irrupción de los robots
Le pregunto a Ryan Chan acerca de qué tipos de música suele escuchar, también acerca de la llamada “alma” del techno, en definitiva, sobre las emociones que desprende la música y, en concreto, el techno. De nuevo, 747 plantea una respuesta amplia, detallada e interesante.
A 747 le encanta escuchar la música tanto de películas como videojuegos para inspirarse en el estudio, y hasta pop, siempre y cuando aquello que suene contenga algún tipo de sentimiento o emoción.
En cuanto al techno, encuentra en el sonido una multiplicidad de emociones y estados anímicos, porque el techno puede ser muy agresivo, trippy, con groove, demoníaco, para venirse arriba, hipnótico, triste o transmitir felicidad, por ejemplo. En este sentido, 747 es de los que piensa que el techno sí tiene “alma” y no la está perdiendo: cada estilo de techno expresa una de sus partes de determinada manera.
Sin embargo, lo que preocupa a 747 es cómo el techno se produce. A día de hoy, afirma, existen plugins que te ayudan a escribir música en el key que quieres sin tener necesidad de conocer nada de teoría musical. En el mundo de los modulares, existen módulos que que crean por sí mismos pasos y secuencias a través de la generación aleatoria de números. Incluso, la TT-303 que tiene 747, explica, tiene incorporado este generador aleatorio que produce líneas de ácido en base a distintos algoritmos. Sin ir más lejos, el mismo 747 ha escuchado tracks lanzados recientemente que utilizan estos patrones preestablecidos.
Por lo general, prosigue Ryan Chan, componer debería requerir cierto talento musical, aunque este sea algo menos importante en el techno que en otros géneros, por su propia naturaleza. Con ello, 747 no quiere decir que los que utilizan generadores de secuencias estén haciendo mala música, sino que con ello se está creando el precedente de que la IA pueda reemplazar a los músicos. Mucha gente acepta ya la idea de que la IA sustituirá en un futuro ciertos trabajos sencillos de llevar a cabo. Por eso, nada impide pensar que, si la música es algo fácil de hacer, los músicos no puedan ser sustituidos también.
Del presente de 747 a cómo pueden seguir sobreviviendo los artistas en un futuro
Actualmente, 747 está metido en algunos tracks que saldrán pronto, y tiene una buena ronda de podcasts planeados a lo largo del año. Por otro lado, debido a la pandemia, hay varias fechas a la espera de ser reprogramadas, aunque 747 no ve muy claro que este año se regrese a las pistas, exceptuando quizás eventos pequeños y en lugares donde la situación sea más estable. Eso augura un porvenir complicado para los DJs, para seguir ganándose la vida en los próximos meses (más hard, si cabe, porque ya llevamos un año). 747 afirma estar en la música porque es lo suyo, lo que ama, y continuará haciendo música gane dinero o no, por lo que a largo plazo las cosas seguirán siendo igual para él. Pero no todo es solo amor al arte, por eso considera que para un artista es muy importante diversificar sus ingresos, tanto dentro como fuera de la música. Dentro de la música hay ciertas oportunidades decentes en el ámbito de la publicación y edición, las clases de producción, o los ejemplos de Twitch y YouTube. No todo tienen por qué ser giras y royalties de las ventas, arguye Ryan Chan. Fuera de la música, las posibilidades son ilimitadas, así que como artistas toca ser creativos, algo en lo que los artistas son especialmente buenos.