Susan Faludi retrata con palabras 'En el cuarto oscuro' la versión darky de su propio padre entre la memoir y el mejor periodismo narrativo

Una reseña del libro En el cuarto oscuro de Susan Faludi, periodista de alto vuelo que decide, en los últimos años de vida de su huidizo y complicado padre, acercarse a él para tratar de descubrir quién narices. El padre, superviviente del Holocausto que rehizo su vida en repetidas ocasiones y diversos países, trae noticias nuevas: ha cambiado de sexo.

La periodista Susan Faludi. © Sigrid Estrada

La periodista Susan Faludi. © Sigrid Estrada

Hay pocos casos, por lo menos que yo sepa, en los que un periodista decide aplicar sus loables conocimientos periodísticos (investigación, documentación, trabajo de campo…) dentro de su propia casa. Y, más en especial, no tanto para hacer un publireportaje —no sé, cómo hacer la biografía de tu padre si era esquiador de élite y quieres hablar de cómo logró llegar a la cima gracias al esfuerzo y la entrega— sino para destapar las cosas que no cuadran, los trapos sucios de aquello que, ya de pequeña, no entendías y que, de mayor, como persona y como profesional, quieres escudriñar para sacar a la luz, como ejercicio doble: aclarar tu propia perspectiva sobre los hechos y ofrecer al lector una experiencia de vida y una reflexión profunda, tanto sobre la identidad como histórica y política, en el libro que nos ocupa. Que el padre de Susan Faludi hubiese trabajado de fotógrafo no solo da nombre al título del libro, En el cuarto oscuro, sino que nos sirve como excelente metáfora para explicar el trabajo de la propia periodista: intentar revelar los fotogramas “oscuros” de la vida de su padre —y por ende, la suya y la de la madre— que él mismo había intentado ocultar, bajo un manto de confusión y vanos recuerdos, dejándolos en el cajón de “no apto para publicar”.

Y todo ello viene con el gran golpe de timón que da su padre, ya de mayor, cambiando de sexo sin previo aviso, dejando estupefacta a una hija que trata de comprender, de entender y hasta de acercarse a su siempre huidiza presencia. El prefacio deja muy claras las intenciones de Susan Faludi, que sin embargo ir mostrando, a lo largo de En el cuarto oscuro (Anagrama, 2018), las múltiples encrucijadas morales en las que se encuentra ante determinados hechos, historias contadas por su padre o descubrimientos hechos cuando le visita y se queda en su casa, en Hungría:

En el verano de 2004 me puse a investigar a alguien a quien apenas conocía: mi padre. La idea surgió a causa de un agravio, el sufrido por una hija cuyo padre había huido de su vida. Iba en pos de un burlador de la ley, de un astuto evasor de responsabilidades que se había saltado muchas cosas: deberes, afectos, culpabilidades, arrepentimientos. Yo preparaba una acusación, acumulaba hallazgos para presentar una demanda. Pero en cierto momento del proceso, el fiscal se convirtió en testigo
— Susan Faludi
En el cuarto oscuro Susan Faludi Anagrama.jpg

Y es ese testigo el que nosotros leemos con fruición, cuando Susan Faludi se planta a visitar a su padre y se encuentra con el percal: su padre es ahora una mujer bastante excéntrica que tanto vocifera contra la sociedad contemporánea de su país como minimiza su pasado como maltratador. Y cuidado, no me malinterpretéis, por favor, no me refiero a que sea un percal ser trans, sino a que Steven Faludi, que pasó a ser Stéfanie Faludi, es un percal en sí mismo. Lo era siendo un hombre y lo sigue siendo como mujer. De ahí que, en determinado momento de la historia, Susan Faludi hable con Mel, que regenta el lugar donde se hospeda su padre tras la operación, y esta le confiese: «Stéfanie era muy dominante, como un martillo que te machacara». Y Faludi añade su propia reflexión: «porque también yo, desde pequeña, había detestado el carácter dominante de mi padre. En cierto modo, sin embargo, me complacía que, fuera lo que fuese cuando salió del quirófano, fuera cual fuese la categoría en la que había esperado integrarse, ya estaba cuestionando el molde».

A pesar de lo mucho que se pueda criticar u odiar al padre de Susan Faludi, con los datos e historias que vamos devorando a lo largo de En el cuarto oscuro, esta no es, ni mucho menos, la misión del libro. Porque, si algo sabe retratar bien con palabras Susan Faludi es el extraño carisma que emana, la fuerte personalidad que tiene y cómo eso le lleva a ser una persona convincente en determinados momentos, especialmente cuando recuerda batallas de su juventud y adultez, tanto en los tiempos de guerra como cuando logró escapar y buscarse la vida en Brasil. Este es uno de los espeluznantes recuerdos narrados por el padre, escritos por la hija:

«Yo estuve aquí —dijo—. Exactamente aquí. Delante de este edificio. Cuando trajeron a Szálasi. —La primavera de 1945, el ex primer ministro húngaro y excabecilla de la Cruz Flechada, capturado por los aliados, volvió al edificio esposado. El club cinematográfico de mi padre fue invitado a presenciarlo. El conocido director de cine Béla Pásztor también estaba presente, filmando la captura de Szálasi para un noticiario—. Lo trajeron en una jaula con barrotes de hierro –recordó mi padre—. Y Béla Pásztor, ¡el gran cineasta húngaro!, se le acercó y le dijo: “Señor Szálasi, ¿sería usted tan amable de asir los barrotes con esas manos que tanto bien hicieron, por favor?”, y lo filmó. —inmediatamente después, el ex primer ministro fue conducido a una celda del sótano de Andrássy út 60. Fue ejecutado en marzo del año siguiente».
— Susan Faludi

Respecto al trabajo periodístico de documentación de la autora de En el cuarto oscuro, hay dos temas en los que destaca especialmente su labor y que, lógicamente, son dos pilares del libro: la transexualidad y la historia de Hungría. A ellos dedica gran parte de varios capítulos, que sirven al lector para ubicarse tanto al respecto de sus lecturas como los referentes que tenía su padre en la cabeza. A saber, en cuanto a la sexología del siglo XX, Harry Benjamin y Magnus Hirchfeld. Por otro lado, asistiremos también a los trucos que su padre descubre en las redes para pasar los tests para cambiarse de sexo, algo bastante sórdido y cuyo método queda en entredicho por su difícil veracidad (y sentido). A nivel histórico, Faludi aborda la situación de los judíos a finales del siglo XIX, y la contextualiza debidamente para que nos situemos respecto a su familia y los crudos acontecimientos que vendrán en el siglo XX y que afectarán de pleno a su supervivencia, en especial durante y tras la Segunda Guerra Mundial.

En el cuarto oscuro es un libro complejo, en el mejor de los sentidos, sensible, inteligente y crítico, que no sucumbe al sensacionalismo a pesar de contar con todos los atributos para ello. En vez de eso, aúna lo mejor del periodismo literario, el rigor histórico y deja en manos del lector inteligente el digerir las emociones al descubrir una historia tan personal e íntima como fuera de lo común.

De entre las reseñas citadas en la contraportada, todas certeras, me quedo con dos que no hemos tocado aquí, el amor que, dicen en The Economist, lleva, pese a todo, a Susan Faludi a escribir «la fascinante crónica de una década dedicada a un padre que siempre ha sido incomprensible». Y la quote de The New York Times: «Penetrante y lúcido, este libro es en parte una investigación de una destacada feminista sobre el significado del género; pero al esforzarse por comprender a su enigmático padre, superviviente del Holocausto y fanático de Leni Riefenstahl, un ser fantasioso cuyas anécdotas más inverosímiles resultan verdaderas, Faludi va más allá de los debates feministas».

Dicho todo esto y habiendo dejado muchas cosas pendientes que bien merecerían aparecer en una review literaria, En el cuarto oscuro es, efectivamente, un must para todos aquellos amantes de las personalidades complejas y el periodismo literario aplicado con esmero para retratar lo más cercano y difícil, a saber, un padre huidizo que, tras haber perdido el contacto con él, lo recuperas con otra identidad y más lejano todavía.