El día en que 'Lady Grecia' amaneció en un burdel (sin haber pagado). O la primera reseña erótico-dadaísta de la historia, con la novela más escotada del año 2013
Plane Noir, hombre de bien y lector de pro, logró una hazaña con la novela a cuatro manos Lady Grecia que no me he permitido ni en mis más selectas ensoñaciones erótico-literarias como escritor. El tío, Plane, que también tiene una sudadera original de Winners don't use drugs, decidió con convencimiento que Lady Grecia atesora una prosa idónea también para posar su nuca en un escote de la noche. Me mandó este mensaje comentándome los detalles, entre tiernos y sórdidos, formando ya en sí mismo un relato genial.
Estamos, ni más ni menos, que delante de la mejor reseña postdadaísta jamás hecha sobre un libro con 'Lady' y 'Grecia' en el título.
«Y ahora vamos a lo que verdaderamente interesa. Siendo previsor, y esperando tener ocasión para hacerlo, me pillé una segunda copia de 'Lady Grecia' para que, si no podía sacar la foto del libro en un puticlub, al menos consiguiera que de alguna manera se quedara allí. Resulta que hace un par de semanas unos amigos dijeron de ir a cenar a este sitio (querían montar una cena especial y no se les ocurrió algo más original): http://dangeloalicante.com/ (censored).
El caso es que me llevé el libro con la idea de poder dejarlo en el club de la manera que fuera. Cuando acabamos de cenar fueron acercándose a nosotros diferentes señoritas con ganas de vaciar unas carteras que ya lo estaban de antemano. La puta que se sentó a mi lado era española (esto puede parecer un detalle absurdo pero creo que fue determinante para lo que viene a continuación), morena, ojos claros, unos 25 o 26 años, gafas de pasta y flor cutre en el pelo. No era una gran conversadora pero estaba buena, que a fin de cuentas es lo que le interesa para su curro.
Después de hablar durante un rato sobre banalidades y de que ella se pusiera pesada piropeándome (hay que atraer a la clientela cómo sea, aunque sean viejos cuyas prótesis estén probablemente más duras que sus pollas) vino la parte interesante de la conversación. La reproduzco:
Yo: Oye, ¿a ti te gusta leer?
Ella: Bueno, lo normal. (ya he dicho que no era muy buena conversadora)
Yo: ¿Qué se supone que es "lo normal"?
Ella: Que de vez en cuando leo algún libro y eso.
Yo: En fin, podría ser peor.
Ella sonríe bobaliconamente.
Yo: Mira, he traído una cosa (pillo el libro de la mesa). Lo han escrito unos colegas y como me has caído bien quiero que te lo quedes tú.
Ella pone cara de no saber si le estoy vacilando o si voy en serio.
Ella: Vaya, gracias. ¿Entonces vas a querer un poco de amor esta noche?
Yo: Que va, que va. No falta mucho para que nos vayamos. Sólo hemos venido a cenar.
Ella: Una pena, espero verte algún día por aquí.
Me da dos besos, se levanta y se pierde por unas escaleras que suben hacia la primera planta del club.
No sé dónde cojones estará esa copia de 'Lady Grecia' pero esa noche la pasó en ahí. Y bueno, eso era lo que pretendía. Así que no pude hacerle una foto al libro dentro del club pero sí conseguí que el libro hiciera algo que muchos no pueden: pasar una noche (o más de una, no sé si sigue allí) en el club. Como anécdota tiene su aquel.»
Editores, autores, lectores, víctimas y familiares profesamos un profundo agradecimiento a la gesta de Plane Noir, cuya voracidad y atrevimiento auguran, en estos condados de lujuria y lívido festiva que tanto respetamos, un porvenir literario tan sugerente como el escote de nuestra cariñosa gafapasta a veces leo un libro y eso.
Si tú también quieres llevar a
Lady Grecia
de paseo,
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